miércoles, 11 de febrero de 2009

LIBERACION 3

Introducción
Incidiremos una vez más aquí en cómo debería tratarse todo lo que denominamos preliminares previos a la orden de echar fuera demonios. Veámoslo.
Asegurándonos de que la persona a ministrar es de Cristo, y por tanto, se ha arrepentido de todos sus pecados y los ha confesado, y que ha perdonado a sus ofensores, vayamos a lo siguiente:
Tomando autoridad
Como ministro:
• Toma autoridad sobre las potestades demoníacas que tienen poder sobre los demonios que habitan en la persona a ministrar.
• Ata esas potestades y prohíbelas que interfieran en cualquier forma en el consiguiente ministerio.
• Luego, ata al “hombre fuerte” o demonio principal que está sobre los demás demonios que están en la persona (Mt. 12: 29). Ese demonio es el que está fuera de la persona, pero que tiene la autoridad sobre los que están en la persona.
• Manda a todos los demonios que están en la persona que se desenganchen el uno del otro. Di así: <>
• Prohíbeles que busquen ayuda o ánimo el uno en el otro en cualquier forma.
• Si se ministra a más de una persona (ministración en grupo), prohibir que los demonios que están en cada cual, ayuden a los otros que están en las otras personas. Esto último es importante.
Echar fuera los demonios
Échalos fuera en el nombre de Jesús: << Estas señales seguirán a los que creen, en Mi nombre echarán fuera demonios... >> (Marcos 16: 17)
Llámales por su nombre, conforme a su naturaleza (demonios de lujuria, temor, violencia, etc.) y ordénales que salgan sin hacer daño, en el nombre de Jesús. Normalmente, la actitud de ellos es la de resistirse. Primeramente, quieren ver que tú tienes fe para echarles. Si se percatan que tú dudas o te muestras inseguro, no saldrán, porque sólo por fe se les puede echar. Por lo tanto, asegura tu fe en la Palabra de Dios, porque ésta nos dice que:
• Los demonios existen.
• Los demonios viven en las personas.
• A los demonios hay que expulsarles de los templos de los cristianos que son sus vidas.
Aunque procedas con fe excelente, aún y así se rebelarán y no querrán obedecer como nos gustaría. Esa es la razón por la cual habrá que coaccionarles. Obligarles a salir, castigándolos. Acordémonos que la misma presencia de Jesús les atormentaba (Mr. 1: 24). Además, los demonios sabían que Jesús estaba dispuesto a atormentarles si no le obedecían. Así pues, no es crueldad el castigarles. Es un deber el hacerlo, porque en la mayoría de las veces, sólo así salen. Recordemos que ellos no quieren salir de lo que había sido su casa por años. Por lo tanto, NO hay que pedirles por favor que salgan. Hay que ORDENARLES que salgan y castigarles si no obedecen.
El proceso de una liberación completa variará de una persona a otra. Normalmente conlleva meses, incluso años. No hay que desesperar por la demora, sino creer que Dios lo tiene todo bajo Su control, y que todo en el tiempo de Dios se cumple. Ese proceso va a depender de cada individuo y de muchos factores los cuales el Espíritu Santo irá revelando en el camino. Por regla genera, esta es una escuela de formación del carácter y de la fe del creyente que el Señor sabe aprovechar para nuestro bien.

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