jueves, 18 de noviembre de 2010

Superar sentimientos de culpa

Los cristianos cometeremos errores de juicio y, como resultado, experimentaremos sentimientos de condena.

Juan 5.24-26

Los creyentes en Cristo, en ocasiones, batallamos con el desánimo y la culpa por las cosas que hemos hecho mal. Algunos por los errores que cometieron antes de recibir a Jesús como Salvador. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de la perspectiva de Dios en cuanto a nuestra culpa?

Antes de ser salvos, nuestra naturaleza carnal nos llevaba a rebelarnos contra el Señor y a elegir nuestro propio camino. Este estado pecaminoso nos había separado de Él y puesto bajo su ira (Ro 2.5-8). Toda la humanidad era culpable delante de Dios (Ro 3.23), pero cuando pusimos la fe en Jesús como Salvador, fuimos limpiados por su sangre (Lv 17.11; He 9.14). Él nos llevó de un estado de culpabilidad y de separación de Dios, a uno de perdón y aceptación por el Padre. Nuestra culpa fue quitada, y la justicia de Cristo fue acreditada a nuestro favor (Ro 5.17). Aunque es posible que tengamos que sufrir las consecuencias de nuestro proceder, ya no somos culpables delante de Dios.

Si permitimos que la culpa por los hechos del pasado se mantenga, tendremos una mente dividida y enfocada en el pasado. Algunos podrían dudar del amor de Dios y preguntarse: ¿Cómo puede Él amar a alguien como yo? Otros pueden sentirse indignos de ser sus hijos, y por ende alejarse de Él. Los sentimientos de culpa pueden agobiarnos, agotar nuestras energías, y quitarnos el entusiasmo por el futuro.

Todos hemos cometido errores que lamentamos. Pero tenemos un Padre celestial que ha perdonado del todo nuestros pecados y quitado la culpa por medio de su Hijo Jesucristo. Si usted sigue luchando con sentimientos de culpa, medite en lo que se logró en la cruz, y deje que la verdad de Dios le haga libre.

El peso de la culpa falsa

Juan 14.26, 27

La culpa es una respuesta emocional a una mala acción. La experimentamos cuando violamos las leyes humanas o los mandamientos de Dios. Pero, ¿qué pasa cuando no hemos violado ninguna ley, y sin embargo nos sentimos como si hubiéramos hecho algo malo? Ésa es la culpa falsa, un sentimiento innecesario y a menudo paralizante.

La culpa falsa puede tener su origen en una niñez traumática en la que la persona se culpa por problemas sobre los cuales no tuvo ningún control. Este patrón de culparse a sí mismo puede seguir en la edad adulta. Tal vez enfrentamos críticas por no cumplir con las expectativas de nuestros empleadores o familiares. El abuso verbal puede afectarnos hasta hacernos ver como indignos o inútiles. Terminamos sintiéndonos culpables por no satisfacer las expectativas de alguna persona.

Otros somos perfeccionistas que tratamos de hacerlo todo bien desde el principio. Pero, ya que no siempre pueden hacerse las cosas a la perfección, la culpa es un acompañante frecuente. Sin embargo, no hemos violado ninguna ley bíblica. Si nos ponemos a pensar: "Debería haber hecho más, o pude haber actuado mejor", podemos estar cayendo en la trampa del perfeccionismo. Hay casos en los que nuestros esfuerzos no fueron lo que debieron haber sido, pero ésa no es una razón para sentirse culpable.

Los cristianos cometeremos errores de juicio y, como resultado, experimentaremos sentimientos de condena. Pero 1 Juan 1.9 nos dice que debemos acudir a Dios y confesarle nuestro pecado. Si no hay una razón bíblica o legal para sentirse culpable, pídale al Señor que le ayude a dejar la culpa falsa, y a reemplazarla por la paz que Jesús prometió.

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