domingo, 15 de febrero de 2009
viernes, 13 de febrero de 2009
CRISTO PRONTO VIENE!! PREPARATE!!! ACEPTA A JESUS EN TU CORAZON !!!!
CUANTOS!! ESTARAN DESESPERADOS ESE GRAN DIA CUANDO HAIGAMOS DESAPARECIDOS, Y SE DEN CUENTA QUE ERA VERDAD QUE CRISTO VENDRIA A BUSCARNOS, CORRERAN DE AQUI PARA ALLA , PERO YA SERA DEMASIADO TARDE !!!!
AUN HAY TIEMPO..........!HE AQUI YO VENGO PRONTO , Y MI GALARDON CONMIGO, PARA RECOMPENSAR A CADA UNO SEGUN SEA SU OBRA...APOCALIPSIS 22:12
CIETAMENTE VENGO EN BREVE... APOCALIPSIS 22:20...
jueves, 12 de febrero de 2009
¿ESTAS INDECISO EN CUANTO A SERVIR A DIOS?
Dios tiene diferentes formas de llamarnos a su servicio
Cuando disponemos nuestro corazón para servir a Dios, debemos aprender que las formas de llamamiento difieren de una persona a otra. Eso es lo maravilloso. Trata a cada uno de una manera especial. Eso lo observamos, por ejemplo, cuando llamó al apóstol Pedro: "Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Dejando luego sus redes, le siguieron." (Marcos 1:16-18).
Los dos hermanos tenían un futuro prometedor como empresarios navieros y pesqueros. Si bien es cierto no tenían una amplia formación académica, los recursos económicos para vivir no les faltaban. Cuando reciben el llamamiento de Jesús, debieron tomar una decisión.
Lo único que les prometió el Maestro es que serían "pescadores de almas". Nada alentador para quien solamente piensa en recursos económicos.
El modelo de convocar a sus servidores fue bien distinto de los que utilizó cuando llamó a un próspero Contador Público al servicio de Roma.
Su familia gozaba de reconocimiento social. Nada le hacía falta. Vivía en la mejor urbanización de Jerusalén; sus hijos estudiaban en los mejores colegios y, además, cuando salía a algún lugar a cenar, le reservaban las mejores mesas. El trato de Dios con él fue directo. "Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió" (Mateo 9:9).
Hay quienes lo piensan dos veces antes de aceptar. Les inquieta perderlo todo y dejar de lado su futuro, que luce prometedor, para invertirlo todo en el Reino de Dios. Otros, por el contrario, están dispuestos y van a Su servicio, sabiendo que entrarán a trabajar en la mejor empresa del mundo, bajo la nómina de Dios cuya empresa –que es la proclamación del Evangelio—jamás entra en bancarrota.
No todos los que quieren servir, reciben el llamamiento
Ser llamados por Dios para extender el Reino de Dios no es para todas las personas. Es para aquellos a quienes Jesucristo llama. Él conoce nuestro corazón, nuestras intenciones y, por supuesto, nuestras expectativas.
En la Biblia leemos que "Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza." (Mateo 8:18-20).
Observe que la respuesta no dio lugar a dudas. Jesús conocía qué había dentro de aquel hombre y, de inmediato, le respondió que si su expectativa era la solidez financiera y asegurar un empleo permanente, era mejor que buscara otra ocupación.
Igual con quienes están detrás del ministerio en procura de reconocimiento o de granjearse un buen salario. ¡Están absolutamente equivocados! Su llamamiento no es el ministerio cristiano, sino la visión empresarial y deben reorientar sus metas...
la decisión No dilate
¿Cuántas personas recibieron el llamamiento de Jesucristo a ser soldados de su Ejército y terminaron ocupados en cualquier cosa menos en el ministerio cristiano porque se demoraron en tomar una decisión? Sin duda son muchos. El curso de sus vidas pudo ser exitoso, pero lo pensaron demasiado...
El evangelio relata que: "Otro de sus discípulos le dijo. Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos" (Mateo 8:21, 22).
¿Entiende el contexto? Aquél hombre pedía licencia a Jesús para esperar a que su padre muriera, lo que podía demorar meses o quizá años, antes de seguirle.
Es probable que hoy mismo usted se encuentre ante la disyuntiva: Servir o no a Cristo en Su obra.
No permita que Satanás mine su corazón con la incertidumbre. Vaya a Dios en oración y pídale Su guía. Si está en Su preciosa voluntad, Él pondrá paz en su corazón para tomar la decisión apropiada.
Su decisión debe ser firme
Infinidad de hombres y mujeres, fruto de las emociones, han sentido que en su corazón ardía el llamamiento al ministerio cristiano. Iniciaron con mucho entusiasmo, pero pasado un tiempo, experimentaron desaliento y volvieron atrás.
¿Cuál es la respuesta del Señor Jesucristo a quienes viven un momento así? "Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lucas 9:61, 62).
Se requiere valentía, decisión y ser esforzados, es decir, persistir aún cuando pensamos que nos abandonan las fuerzas. ¿Está usted dispuesto a asumir el reto?
Dios tiene un premio especial para sus siervos
Es cierto que cuando vayamos a la presencia del Señor Jesús no habrá distinción entre los que fueron altos jerarcas de la iglesia y quienes apenas sí tenían un pequeño grupo de oración. Todos somos iguales ante Su presencia.
No hay nadie más importante que otro. La clave es perseverar, aún si la obra en la que está desarrollando el ministerio cristiano es pequeña. No permita que el desánimo toque a su puerta. Hay una recompensa especial de Dios para usted:
"Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos o mujer, o hijos por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna" (Lucas 18:28-30).
Nuestra recomendación sincera está encaminada a dos aspectos: el primero, revise su vocación. Afírmese en ella orando a Dios para que la confirme en su corazón. Y una vez esté en el ministerio cristiano, adelante, persevere, nada le robe la paz. Recuerde que su superior inmediato es Jesucristo y Él traerá victoria a cuanto usted haga.
No se inquiete por quienes tienen una iglesia más grande que aquella en la que usted ministra. Recuerde que lo esencial es que haga su trabajo bien, con toda dedicación y entrega, orientado por Dios; Él es quien dará la cosecha...
CUANDO TUS HIJOS CAEN
Cuando dije "buenas noches" a mi hija de sexto grado, ella comenzó a llorar, "Mami. Los chicos en la escuela usan malas palabras. De tanto escucharlas quedan en mi mente y muchas veces las digo sin pensar. ¿Cómo hago, Mama?
Raquel me acercó una tarjeta en la que ella misma había escrito el Salmo 25.2: "Dios mío en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos". "Esto es lo que me pasa", dijo; "Ellos terminan por avergonzarme". Para mantenerse fiel a lo que ella creía, Raquel había llevado esta tarjeta a la escuela, para usarla como ayudamemoria. "Pero, ¿qué se supone que debo decir cuando mis compañeros quieren que hable y actúe como ellos?", me preguntó mirándome a los ojos.
En la noche conversé con mi esposo sobre esto y ambos empezamos a buscar en nosotros mismos la respuesta. Habíamos colocado un fundamento de versículos memorizados y de enseñanzas bíblicas en sus primeros años, dedicándole bastante tiempo, pero ahora, por el trabajo de mi esposo y por el mío, las cosas habían cambiado significativamente. Encima de eso, Raquel de 12 y Graciela de 9 años tenían que asistir a una escuela del estado en lugar de una cristiana.
¿Nos quedaríamos esperando y orando para que nuestras antiguas enseñanzas tuvieran el peso suficiente para las realidades que nuestras hijas viven hoy? ¿Nos habría faltado darles alguna enseñanza básica?
Nos acordamos de Daniel, que siendo un adolescente había enfrentado la presión de sus pares en medio de una corte extranjera, decidiendo permanecer firme en lo que le habían enseñado sus padres, aun cuando pudiera significarle la muerte.
CUATRO PASOS
Con su diálogo triunfante (Capítulo I) Daniel tiene las bases para lo que eventualmente pueden ser nuestros "Pasos al éxito"; vimos allí una guía que podríamos dar a nuestras hijas para que supieran qué hacer ante la presión de sus pares.
Muy entusiasmados llamamos a Raquel y Gracielita a la cocina para tener una reunión familiar. "Con mamá hemos tratado de hacer de ustedes, dos niñas que conocen la Palabra de Dios y la guardan, pero nos hemos dado cuenta de que hemos olvidado darles un eslabón importante que las puede ayudar a no ser solamente “oidoras” de la Palabra sino también “hacedoras”, comenzó diciendo Roberto.
Esta noche les vamos a dar ayudas para resolver qué decisión tomar cuando las invitan a hacer algo cuestionable.
Mi marido le pidió a las chicas que escribieran:
"Cuando seas tentada a hacer lo malo, resuelve hacer lo bueno mediante:
1. Preguntas; 2. Identificando qué es lo que está mal; 3. Evaluando las consecuencias, 4. Sugiriendo alternativas.
MANOS A LA OBRA
A continuación les pedimos que nos contaran algunas circunstancias de las más comunes en que eran tentadas. Las situaciones que rápidamente vinieron a sus mentes fueron: tomar algunos caramelos del kiosco sin pagarlos (robo); soplar una respuesta durante una prueba (engaño o trampa); ensuciar objetos con pintura como diversión (vandalismo); escaparse de la escuela dominical en el momento de cantos (desobediencia), entre otras cosas.
Una vez que empezaron, la lista comenzó a crecer. Entonces decidimos tomar algunas situaciones y practicar. Así que distribuimos los roles y comenzamos.
"¡Raquel! ¿No te cansas de cantar siempre lo mismo? ¿Qué te parece si nos escapamos por un ratito al kiosco de la esquina? Nadie se va a dar cuenta y volvemos para cuando empiece la clase de escuela dominical".
Le pedimos a Raquel que escribiera sus reacciones siguiendo la guía que mi marido había dictado. Y ella puso: "¿Qué dirán papá y mamá si alguien nos ve y les cuenta?"(Preguntas, paso 1). "Mis padres creen que yo estoy en la Escuela dominical," continuó diciendo; "Si me voy sin contarles estoy desobedeciendo." (Identificación del mal, paso 2).
"¿Y, Raquel? ¿Venís?", preguntó Roberto, que oficiaba de "tentador amigo". "Bueno, no sé que pasará contigo, pero yo tendré problemas si voy."(Evaluando las consecuencias, paso 3). "Sabes, le pediré permiso a mis padres para salir contigo a dar una vuelta en bicicleta esta tarde" (Sugiriendo alternativas, paso 4).
En todo momento pusimos énfasis en los cuatro pasos a medida que dramatizábamos distintas circunstancias. Después de tres ensayos con cada una, las niñas no nos necesitaban más para el diálogo; ya habían aprendido a hacerlo solas.
La enseñanza de "lo bueno" fue importante, pero faltaba ayudarlas a "comenzar a caminar". La práctica del proceso les dio habilidad mental para responder, pero además, cosa muy importante, les ayudó a desarrollar confianza en decir no de una manera positiva que no implica necesariamente perder amigos.
Les mostramos en la Biblia que Dios las había creado para que hicieran obras buenas. A los ojos de El, ellas eran especiales: "Es normal que ustedes deseen que sus compañeros las acepten", dijimos, "pero permaneciendo fieles a lo que ustedes son y creen. Es más, esto les atraerá buenos amigos en el futuro".
¡FUNCIONA!
Desde esa noche, hace ya cuatro años nuestras hijas nos han testificado de la eficacia de esa ayuda en muchas oportunidades. El año pasado, en la clase de matemática, cuando Graciela estaba sentada en su asiento, la chica de adelante se dio vuelta y puso sobre su cuaderno una píldora blanca.
"¿Qué es esto?", preguntó. La compañera dijo: "Esto acelera todo. Pruébalo”. "¿Para qué lo quiero?", siguió preguntando Graciela. "Te gustará”, respondió la chica de adelante.
"Sácala de mi pupitre. No quiero tomarla ni tener problemas por si la maestra me ve con ella. No necesito ese tipo de cosas", contestó nuestra hija, y agregó: “¿Por qué tomas esa estúpida cosa, María? Sabes que no es buena para ti. Si te alejaras de eso, no tendrías tantos problemas en la escuela".
Alabé a Graciela por su respuesta y, silenciosamente, agradecí a Dios por su protección.
Otra vez Raquel estaba en la casa de una amiga jugando cuando ésta comenzó a sacar dinero del monedero de su madre. "No le pides primero permiso a tu mamá?", le preguntó Graciela (Paso 1).
Inmediatamente su amiga se detuvo y fue a pedir permiso. No fueron necesarios aquí los cuatro pasos, pero conociéndolos y estando lista para aplicarlos, ella había respondido en una forma positiva.
Justo el otro día le pregunté a Raquel sobre cómo estaba sobrellevando las relaciones y las presiones en su nueva etapa del colegio secundario.
"Ya casi no tengo problemas”, dijo con una actitud de confianza. “Ya todos me conocen y saben dónde estoy parada”.
En el interior de mi corazón, y recordando aquella tarde en que había roto en lágrimas, di gracias a Dios,
EL GRAN AVIVAMIENTO COMIENZA EN EL HOGAR
HOGAR
El gran avivamiento comienza en el hogar
Nuestro cambio debe incluir un compromiso diario para darle a la esposa la honra que se merece. El cambio exige que respetemos sus puntos de vista, sus opiniones. Es cambiar el sistema de palabras hirientes o acciones violentas. Esto no es fácil, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a no respetarla.
Por mucho tiempo viví convencido de que el avivamiento era la sensación de alegría, unidad y adoración que incluía momentos de éxtasis y abrazos entre los hermanos y que llegaba a la congregación como producto de la oración y el ayuno. Esas eran mis apreciaciones, pero no eran verdaderas convicciones basadas en un estudio profundo de las Escrituras.
Si declaro que el gran avivamiento no comienza de las rodillas sino en la familia, seguramente provocaré más de un cuestionamiento. Más conflictivo sonaría si declaro que este mover de Dios en mi vida no se inicia en la oración sino en mi corazón. Pero mientras más estudio la Biblia, más me convenzo de la responsabilidad personal que tenemos de volver a tener pasión por cumplir el propósito de Dios.
Existen muchas ideas acerca de qué es un avivamiento, cómo podemos lograrlo y por qué y cuándo lo necesitamos. Algunos creen que ocurre un avivamiento cuando existe un mayor deseo de adorar, alabar y orar o cuando existen más expresiones emocionales en nuestras reuniones congregacionales.
Por supuesto, me uno al llamado a que busquemos un avivamiento. Lo necesitamos. Pero mi consejo es que se investigue bien dónde comienza éste. Para salir de la interrogante quisiera recurrir a relatos bíblicos que describen cómo se generan los avivamientos.
La necesidad de un avivamiento
Un avivamiento es la respuesta humilde y decidida del hombre al llamado de Dios para volver a cumplir de corazón el propósito de Dios, dada nuestra tendencia pecaminosa de vivir ignorando su voluntad.
No hay duda, necesitamos un avivamiento. Necesitamos volver a tener pasión por Dios y su Palabra en vez de depender de ideas, pensamientos, y experiencias personales de bien intencionados siervos de Dios.
Habían pasado los días maravillosos de avivamiento durante el reinado de Josías (2 Re 22.1–23.30). Se había acabado el corto período de reformas espirituales y existían días tenebrosos en el reinado de Joacim (2 Re 23.35–37). En poco tiempo, las deplorables condiciones existentes durante el reinado de Manasés nuevamente se habían hecho presentes en Judá. Habacuc 1.2–4 nos presenta al profeta sorprendido porque Dios no ejecuta su disciplina. Él se preguntaba lo que muchos se preguntan hoy: ¿Por qué Dios no hace algo para detener la corrupción y el pecado? El profeta se llenó de temor cuando Dios le contestó que usaría a los crueles caldeos para ejecutar la disciplina sobre Judá (1.5–11). Entonces, el profeta cuestiona a Dios por utilizar como sus instrumentos de juicio a una nación más pecadora que Judá. Poco antes de la cautividad en Babilonia, los pecados que Josías había combatido habían vuelto a ser parte de la sociedad. Se detuvo la reforma que había estado realizando Josías. Nuevamente volvió la apatía, una vez más el pueblo prefería satisfacer sus gustos y pasiones en vez de someterse a Dios. Los hijos de Dios estaban adormecidos, y en vez de vivir por la fe estaban actuando con el mismo orgullo de aquellos cuya alma no era recta (2.4).
Habacuc entrega un mensaje claro. Dios es el Soberano. Él es quien merece adoración. El profeta exhorta al pueblo a dejar de pecar y aceptar la disciplina porque Dios no es indiferente al pecado. El clamor de Habacuc es: «Señor aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia» (3.2).
Cuando hay pecado y caminamos fuera del propósito de Dios, él ejecuta su disciplina para que despertemos los adormecidos. No habría necesidad de un avivamiento si no hubiera adormecimiento.
A. El adormecimiento
El letargo es el resultado de un proceso. Por el descuido, la despreocupación, por no nutrirse apropiadamente, la persona va perdiendo la fuerza hasta que se siente aletargada y deja de funcionar normalmente. La persona queda más vulnerable pues sus defensas han descendido y cualquier virus puede afectarle. A una persona adormecida:
1. La dominan sus debilidades.
• Sus pasiones, sus gustos la dominan, es más tolerante con el pecado.
2. Deja de ver la vida como Dios la ve.
• Quiere hacer encajar a Dios en sus planes, en vez de hacer serios esfuerzos por estar en el propósito de Dios.
• Cambia sus prioridades. No ordena su vida conforme a lo que Dios quiere, sino conforme a sus propios deseos. Pone en primer lugar lo que más le gusta y le apasiona, no necesariamente lo que es mejor y lo que Dios quiere.
3. Se convierte en religiosa.
La persona deja de tomar a Dios en serio. Está contenta con un Salvador, pero en la práctica no lo tiene como Señor, es decir, no es su máxima autoridad.
• Rutina en vez de desafíos. Su vida se desarrolla en medio de la rutina. Asiste al templo sin un desafío mayor. Participa de la cena del Señor sin arrepentirse genuinamente. Lee la Biblia como leyera el horóscopo y no como la única regla de fe y conducta.
• Exhibición en vez de adoración. La persona ora para impresionar. Ora porque le toca el turno de orar. Se presentan espectáculos eclesiásticos en vez de adoración proveniente de corazones limpios.
• Obligación en vez de devoción. La persona asiste para quedar bien. Ofrenda porque lo manipulan. Cumple con una responsabilidad porque lleva un título.
Ese estado anormal nos debe mover a pedirle a Dios que Él avive a su pueblo a vivir por la fe, y a anhelar con pasión vivir en el propósito de Dios. Esto hace que Dios nos envíe a sus profetas para que recordemos el amor que Él nos tiene, su bendición para quien se arrepienta, y el juicio y la destrucción para quien se rebele.
Tristemente los ciclos que vivimos en el siglo XXI no son diferentes de los que vivía el pueblo de Dios antes del cautiverio babilónico. Cuando había adormecimiento, la palabra profética anunciaba juicio para la desobediencia y bendición para quien prefiriera el arrepentimiento. Entonces, llegaba el avivamiento.
B. El avivamiento
Así como el adormecimiento es resultado de un proceso, también el avivamiento lo es:
1. Reconocimiento de la situación caótica
En la historia bíblica notamos que en las temporadas de desobediencia todos los sectores de la sociedad se veían afectados y toda la nación sufría las consecuencias. Pero, sólo unos pocos reconocían ese estado y lo presentaban ante Dios.
2. Predicación relevante de la Palabra
Dios nos envía a predicar un mensaje que no puede ser cambiado: el juicio de Dios para el desobediente, bendición y avivamiento para el obediente. La declaración profética anunciaba el perdón y el juicio.
3. Humillación
Dios le declaró a Salomón (2 Cro 7.14) que cuando Su juicio cayera sobre la nación, su respuesta debía ser solamente una: la humillación. Eso es exactamente lo que debemos hacer si queremos tener un gran avivamiento en la iglesia de hoy. Humillarse es admitir nuestras debilidades en forma específica, es reconocer que necesitamos ayuda, es bajar nuestras defensas, dejar nuestro orgullo.
4. Consagración
Es separarse con un propósito santo. Es querer conocer mejor la voluntad de Dios. Es buscar los medios de gracia y relacionarse con la Fuente de Poder.
5. Cambio
Después de reconocer nuestra falta y buscar a Dios como fuente de poder, es imprescindible la determinación de realizar cambios y así revertir el proceso.
Quiero detenerme para confirmar la declaración que hice al inicio: El avivamiento comienza en el corazón y no con la oración. Para humillarnos debemos admitir con toda sinceridad cuáles son nuestras áreas de debilidad. Admita su debilidad, pero para ello debe hacer una seria evaluación. Espero que Dios lo motive a usted a hacerlo al leer este artículo.
C. Mi adormecimiento
Por muchos años fui fuerte en la predicación, en mi servicio, en mi dedicación a la obra, pero mi más grande y terrible área de debilidad estaba allí guardada en lo profundo de mi corazón. No era sólo yo quien tenía conocimiento de ella, también mi esposa…y mi Dios.
Participaba con dedicación en todas las reuniones de oración, lloraba con sensibilidad, alababa con alegría y entusiasmo y adoraba con gran emoción. Podía levantar manos con devoción y casi volar con cara de santo en medio de la congregación; y juzgando sólo por la apariencia, muchos deben haber llegado a pensar que yo era una persona avivada. Sin embargo, en mi casa había quedado mi esposa, herida e ignorada por un marido sobre involucrado en la obra y con complejo de redentor del mundo. Pero Dios tiene maravillosas formas para enseñarnos.
D. Mi avivamiento
La más grande lección sobre el verdadero avivamiento la aprendí cuando vivíamos lo que parecía, pero no era, un avivamiento. En una temporada de lágrimas, de renovación de la himnología, de oraciones en la montaña y horas de vigilia en medio de abrazos con todos los hermanos, había algo que estaba ausente. Yo era un excelente ministro, pero un mal esposo. La iglesia era mi refugio, sobre todo después de las peleas con mi esposa, a quien muchas veces califiqué de poco espiritual porque reaccionaba confrontándome al luchar con su gran rival, la iglesia. Ella, preocupada por sus cuatro hijos y sin recibir el apoyo de su esposo, no podía, ni debía aceptar que la iglesia le robara a su marido.
En una ocasión, después de una discusión con mi esposa me fui a mi refugio, mi iglesia. Había una de esas reuniones muy emocionantes. Durante la reunión se me ocurrió doblar las rodillas y me puse a leer la Biblia: «Vosotros maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.» (1 Pe 3.7) Este pasaje verdaderamente traspasó mi alma. Me decía: «David, debes vivir con ella.» No vivía con ella. Vivía en la iglesia. «Si tú no comes con ella, no paseas con ella, no haces planes con ella, si no te diviertes con ella, si no oras con ella, si sólo duermes con ella y tienes relaciones sexuales con ella, no vives con ella». El versículo continúa. Dice que debemos vivir «sabiamente». No había escapatoria. «David, tienes que vivir con Nancy sabiamente».
La espada seguía enterrándose lentamente en mi corazón «avivado». Vivir «sabiamente» es dar honor a la esposa. No hay otra opción. Debemos darle el respeto y la honra que se merece a la mujer más importante del mundo. ¿Sabía usted que no existe otra persona más importante en este mundo que su cónyuge? Después de darle a Dios la honra que Él merece, el mayor respeto no debe ser para las hermanas de la iglesia que nos admiran (¡claro!, ¡es que no viven con uno!), debe ser para nuestro cónyuge. No honramos a nuestra esposa cuando las opiniones de otras personas son más importantes que las de ella. No la honramos cuando con la misma boca que alabamos a Dios o predicamos Su Palabra la insultamos o la herimos con palabras corrompidas, y peor aun, cuando utilizamos las mismas manos que hemos levantado a Dios para la violencia doméstica. No vive con sabiduría quien trata a su esposa como si fuera otro hombre. Ella es el vaso más frágil. Ella merece nuestra ternura, nuestro romanticismo. Ella debe ser tratada con cariño y respeto, especialmente en nuestras relaciones íntimas. La deshonramos cuando la utilizamos como un instrumento de satisfacción de nuestras necesidades. Vivir con sabiduría significa que debemos comprender cuáles son sus necesidades físicas, emocionales y espirituales porque ella no es un ser inferior sino «coheredera de la gracia de la vida».
Mi segunda afirmación declara que el avivamiento no comienza de rodillas sino en la familia. Podemos tener los mejores cultos de oración y los más emocionantes cultos de alabanza, pero lamentablemente puede existir un estorbo para que mi consagración sea aceptada por Dios. Una de las puñaladas más fuertes que recibí de la Palabra de Dios fue cuando entendí que Pedro me decía: «David, si no vives con tu esposa con sabiduría, entendiendo y satisfaciendo sus necesidades, y si no la tratas con respeto y amor, tus oraciones no pasarán del techo del templo.» El Espíritu de Dios me recordó los siguientes impactantes versículos: «Si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, el tal es un mentiroso.» (1 Jn 4.20) Y, «Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.» (Col 3.19) Sin embargo, el Espíritu de Dios todavía no terminaba con el orgullo de este «pastor avivado». No sé cuánto tiempo pasé orando mientras todos cantaban emocionados. Una puñalada más traspasó mi corazón: «Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.» (Mt. 5.22–24).
¿Qué cree que fui motivado a hacer? Lo mismo que le pido que haga usted si quiere ser parte de un gran avivamiento (2 Cr 7.14).
1. Humillación:
«Si se humillare mi pueblo…»
Tuve que reconocer que como esposo no estaba viviendo con sabiduría. Tuve que reconocer las áreas de mi debilidad: No dedicar tiempo a pasear con mi esposa, no apoyarla en los quehaceres domésticos, escuchar a todas las hermanas de la iglesia pero no a ella, tener relaciones sexuales pensando en mi satisfacción en vez de pensar en ella, ser un buen proveedor para las necesidades físicas pero ignorar sus necesidades emocionales y espirituales, dedicar poco tiempo a los hijos y mucho tiempo al templo.
2. Consagración:
«... y oraren, y buscaren mi rostro...»
Tuve que declararle a Dios, sin justificarme, cuáles eran mis faltas, para buscar perdón de mis pecados de incomprensión y falta de respeto. Yo había estado haciendo todo lo contrario de lo que pide el apóstol Pedro. En mi confesión me comunico con Dios sobre mi pecado. Santiago nos aconseja a nosotros, los ofensores, que busquemos el perdón para que la relación vuelva a ser saludable (Stg 5.16). Entonces, mi confesión debía incluir a mi esposa para sanar la relación conyugal y no tener nada que me impidiera acercarme y presentar mi ofrenda a Dios.
3. Cambio:
«... y se convirtieren de sus malos caminos…»
Es convertirse en otro. Es hacer lo opuesto de lo que estábamos haciendo y vivir con la esposa sabiamente. Es poner en la agenda tiempo con la familia, no sólo para comer juntos sino para pasear juntos, planear la vida juntos, tomar vacaciones juntas, adorar juntos, y todo realizarlo con sabiduría.
Nuestro cambio debe incluir un compromiso diario para darle a la esposa la honra que se merece. El cambio exige que respetemos sus puntos de vista, sus opiniones. Es cambiar el sistema de palabras hirientes o acciones violentas. Esto no es fácil, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a no respetarla.
El cambio incluye que tengamos relaciones íntimas con honra. Hebreos 13.14 nos exhorta a que la relación sexual esté libre de impurezas y que el matrimonio y la relación íntima sea tenida en la más alta honra. En la relación sexual es donde más se necesita abandonar el egoísmo y nuestra sola satisfacción. Dios diseñó a la mujer de tal forma que ella necesita las caricias y ternura de un hombre amoroso para sentirse unida no sólo física sino emocionalmente a su marido. Por eso el apóstol Pedro nos ordena tratarla con dignidad y respeto como a vaso frágil, como coherederas de la gracia de la vida.
Uno de los grandes impedimentos para relacionarnos saludablemente con Dios es la relación conyugal enfermiza. Dios no acepta nuestra devoción cuando en nuestro matrimonio tenemos una mala relación. El gran avivamiento no comenzará al tener buenas oraciones y ayunos formales, pues no comienza en las reuniones emocionales sino en el reconocimiento de nuestras faltas, la confesión de nuestros pecados y en el cambio de comportamiento que nos permita tener relaciones conyugales saludables.
El gran avivamiento comienza en el hogar
Nuestro cambio debe incluir un compromiso diario para darle a la esposa la honra que se merece. El cambio exige que respetemos sus puntos de vista, sus opiniones. Es cambiar el sistema de palabras hirientes o acciones violentas. Esto no es fácil, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a no respetarla.
Por mucho tiempo viví convencido de que el avivamiento era la sensación de alegría, unidad y adoración que incluía momentos de éxtasis y abrazos entre los hermanos y que llegaba a la congregación como producto de la oración y el ayuno. Esas eran mis apreciaciones, pero no eran verdaderas convicciones basadas en un estudio profundo de las Escrituras.
Si declaro que el gran avivamiento no comienza de las rodillas sino en la familia, seguramente provocaré más de un cuestionamiento. Más conflictivo sonaría si declaro que este mover de Dios en mi vida no se inicia en la oración sino en mi corazón. Pero mientras más estudio la Biblia, más me convenzo de la responsabilidad personal que tenemos de volver a tener pasión por cumplir el propósito de Dios.
Existen muchas ideas acerca de qué es un avivamiento, cómo podemos lograrlo y por qué y cuándo lo necesitamos. Algunos creen que ocurre un avivamiento cuando existe un mayor deseo de adorar, alabar y orar o cuando existen más expresiones emocionales en nuestras reuniones congregacionales.
Por supuesto, me uno al llamado a que busquemos un avivamiento. Lo necesitamos. Pero mi consejo es que se investigue bien dónde comienza éste. Para salir de la interrogante quisiera recurrir a relatos bíblicos que describen cómo se generan los avivamientos.
La necesidad de un avivamiento
Un avivamiento es la respuesta humilde y decidida del hombre al llamado de Dios para volver a cumplir de corazón el propósito de Dios, dada nuestra tendencia pecaminosa de vivir ignorando su voluntad.
No hay duda, necesitamos un avivamiento. Necesitamos volver a tener pasión por Dios y su Palabra en vez de depender de ideas, pensamientos, y experiencias personales de bien intencionados siervos de Dios.
Habían pasado los días maravillosos de avivamiento durante el reinado de Josías (2 Re 22.1–23.30). Se había acabado el corto período de reformas espirituales y existían días tenebrosos en el reinado de Joacim (2 Re 23.35–37). En poco tiempo, las deplorables condiciones existentes durante el reinado de Manasés nuevamente se habían hecho presentes en Judá. Habacuc 1.2–4 nos presenta al profeta sorprendido porque Dios no ejecuta su disciplina. Él se preguntaba lo que muchos se preguntan hoy: ¿Por qué Dios no hace algo para detener la corrupción y el pecado? El profeta se llenó de temor cuando Dios le contestó que usaría a los crueles caldeos para ejecutar la disciplina sobre Judá (1.5–11). Entonces, el profeta cuestiona a Dios por utilizar como sus instrumentos de juicio a una nación más pecadora que Judá. Poco antes de la cautividad en Babilonia, los pecados que Josías había combatido habían vuelto a ser parte de la sociedad. Se detuvo la reforma que había estado realizando Josías. Nuevamente volvió la apatía, una vez más el pueblo prefería satisfacer sus gustos y pasiones en vez de someterse a Dios. Los hijos de Dios estaban adormecidos, y en vez de vivir por la fe estaban actuando con el mismo orgullo de aquellos cuya alma no era recta (2.4).
Habacuc entrega un mensaje claro. Dios es el Soberano. Él es quien merece adoración. El profeta exhorta al pueblo a dejar de pecar y aceptar la disciplina porque Dios no es indiferente al pecado. El clamor de Habacuc es: «Señor aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia» (3.2).
Cuando hay pecado y caminamos fuera del propósito de Dios, él ejecuta su disciplina para que despertemos los adormecidos. No habría necesidad de un avivamiento si no hubiera adormecimiento.
A. El adormecimiento
El letargo es el resultado de un proceso. Por el descuido, la despreocupación, por no nutrirse apropiadamente, la persona va perdiendo la fuerza hasta que se siente aletargada y deja de funcionar normalmente. La persona queda más vulnerable pues sus defensas han descendido y cualquier virus puede afectarle. A una persona adormecida:
1. La dominan sus debilidades.
• Sus pasiones, sus gustos la dominan, es más tolerante con el pecado.
2. Deja de ver la vida como Dios la ve.
• Quiere hacer encajar a Dios en sus planes, en vez de hacer serios esfuerzos por estar en el propósito de Dios.
• Cambia sus prioridades. No ordena su vida conforme a lo que Dios quiere, sino conforme a sus propios deseos. Pone en primer lugar lo que más le gusta y le apasiona, no necesariamente lo que es mejor y lo que Dios quiere.
3. Se convierte en religiosa.
La persona deja de tomar a Dios en serio. Está contenta con un Salvador, pero en la práctica no lo tiene como Señor, es decir, no es su máxima autoridad.
• Rutina en vez de desafíos. Su vida se desarrolla en medio de la rutina. Asiste al templo sin un desafío mayor. Participa de la cena del Señor sin arrepentirse genuinamente. Lee la Biblia como leyera el horóscopo y no como la única regla de fe y conducta.
• Exhibición en vez de adoración. La persona ora para impresionar. Ora porque le toca el turno de orar. Se presentan espectáculos eclesiásticos en vez de adoración proveniente de corazones limpios.
• Obligación en vez de devoción. La persona asiste para quedar bien. Ofrenda porque lo manipulan. Cumple con una responsabilidad porque lleva un título.
Ese estado anormal nos debe mover a pedirle a Dios que Él avive a su pueblo a vivir por la fe, y a anhelar con pasión vivir en el propósito de Dios. Esto hace que Dios nos envíe a sus profetas para que recordemos el amor que Él nos tiene, su bendición para quien se arrepienta, y el juicio y la destrucción para quien se rebele.
Tristemente los ciclos que vivimos en el siglo XXI no son diferentes de los que vivía el pueblo de Dios antes del cautiverio babilónico. Cuando había adormecimiento, la palabra profética anunciaba juicio para la desobediencia y bendición para quien prefiriera el arrepentimiento. Entonces, llegaba el avivamiento.
B. El avivamiento
Así como el adormecimiento es resultado de un proceso, también el avivamiento lo es:
1. Reconocimiento de la situación caótica
En la historia bíblica notamos que en las temporadas de desobediencia todos los sectores de la sociedad se veían afectados y toda la nación sufría las consecuencias. Pero, sólo unos pocos reconocían ese estado y lo presentaban ante Dios.
2. Predicación relevante de la Palabra
Dios nos envía a predicar un mensaje que no puede ser cambiado: el juicio de Dios para el desobediente, bendición y avivamiento para el obediente. La declaración profética anunciaba el perdón y el juicio.
3. Humillación
Dios le declaró a Salomón (2 Cro 7.14) que cuando Su juicio cayera sobre la nación, su respuesta debía ser solamente una: la humillación. Eso es exactamente lo que debemos hacer si queremos tener un gran avivamiento en la iglesia de hoy. Humillarse es admitir nuestras debilidades en forma específica, es reconocer que necesitamos ayuda, es bajar nuestras defensas, dejar nuestro orgullo.
4. Consagración
Es separarse con un propósito santo. Es querer conocer mejor la voluntad de Dios. Es buscar los medios de gracia y relacionarse con la Fuente de Poder.
5. Cambio
Después de reconocer nuestra falta y buscar a Dios como fuente de poder, es imprescindible la determinación de realizar cambios y así revertir el proceso.
Quiero detenerme para confirmar la declaración que hice al inicio: El avivamiento comienza en el corazón y no con la oración. Para humillarnos debemos admitir con toda sinceridad cuáles son nuestras áreas de debilidad. Admita su debilidad, pero para ello debe hacer una seria evaluación. Espero que Dios lo motive a usted a hacerlo al leer este artículo.
C. Mi adormecimiento
Por muchos años fui fuerte en la predicación, en mi servicio, en mi dedicación a la obra, pero mi más grande y terrible área de debilidad estaba allí guardada en lo profundo de mi corazón. No era sólo yo quien tenía conocimiento de ella, también mi esposa…y mi Dios.
Participaba con dedicación en todas las reuniones de oración, lloraba con sensibilidad, alababa con alegría y entusiasmo y adoraba con gran emoción. Podía levantar manos con devoción y casi volar con cara de santo en medio de la congregación; y juzgando sólo por la apariencia, muchos deben haber llegado a pensar que yo era una persona avivada. Sin embargo, en mi casa había quedado mi esposa, herida e ignorada por un marido sobre involucrado en la obra y con complejo de redentor del mundo. Pero Dios tiene maravillosas formas para enseñarnos.
D. Mi avivamiento
La más grande lección sobre el verdadero avivamiento la aprendí cuando vivíamos lo que parecía, pero no era, un avivamiento. En una temporada de lágrimas, de renovación de la himnología, de oraciones en la montaña y horas de vigilia en medio de abrazos con todos los hermanos, había algo que estaba ausente. Yo era un excelente ministro, pero un mal esposo. La iglesia era mi refugio, sobre todo después de las peleas con mi esposa, a quien muchas veces califiqué de poco espiritual porque reaccionaba confrontándome al luchar con su gran rival, la iglesia. Ella, preocupada por sus cuatro hijos y sin recibir el apoyo de su esposo, no podía, ni debía aceptar que la iglesia le robara a su marido.
En una ocasión, después de una discusión con mi esposa me fui a mi refugio, mi iglesia. Había una de esas reuniones muy emocionantes. Durante la reunión se me ocurrió doblar las rodillas y me puse a leer la Biblia: «Vosotros maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.» (1 Pe 3.7) Este pasaje verdaderamente traspasó mi alma. Me decía: «David, debes vivir con ella.» No vivía con ella. Vivía en la iglesia. «Si tú no comes con ella, no paseas con ella, no haces planes con ella, si no te diviertes con ella, si no oras con ella, si sólo duermes con ella y tienes relaciones sexuales con ella, no vives con ella». El versículo continúa. Dice que debemos vivir «sabiamente». No había escapatoria. «David, tienes que vivir con Nancy sabiamente».
La espada seguía enterrándose lentamente en mi corazón «avivado». Vivir «sabiamente» es dar honor a la esposa. No hay otra opción. Debemos darle el respeto y la honra que se merece a la mujer más importante del mundo. ¿Sabía usted que no existe otra persona más importante en este mundo que su cónyuge? Después de darle a Dios la honra que Él merece, el mayor respeto no debe ser para las hermanas de la iglesia que nos admiran (¡claro!, ¡es que no viven con uno!), debe ser para nuestro cónyuge. No honramos a nuestra esposa cuando las opiniones de otras personas son más importantes que las de ella. No la honramos cuando con la misma boca que alabamos a Dios o predicamos Su Palabra la insultamos o la herimos con palabras corrompidas, y peor aun, cuando utilizamos las mismas manos que hemos levantado a Dios para la violencia doméstica. No vive con sabiduría quien trata a su esposa como si fuera otro hombre. Ella es el vaso más frágil. Ella merece nuestra ternura, nuestro romanticismo. Ella debe ser tratada con cariño y respeto, especialmente en nuestras relaciones íntimas. La deshonramos cuando la utilizamos como un instrumento de satisfacción de nuestras necesidades. Vivir con sabiduría significa que debemos comprender cuáles son sus necesidades físicas, emocionales y espirituales porque ella no es un ser inferior sino «coheredera de la gracia de la vida».
Mi segunda afirmación declara que el avivamiento no comienza de rodillas sino en la familia. Podemos tener los mejores cultos de oración y los más emocionantes cultos de alabanza, pero lamentablemente puede existir un estorbo para que mi consagración sea aceptada por Dios. Una de las puñaladas más fuertes que recibí de la Palabra de Dios fue cuando entendí que Pedro me decía: «David, si no vives con tu esposa con sabiduría, entendiendo y satisfaciendo sus necesidades, y si no la tratas con respeto y amor, tus oraciones no pasarán del techo del templo.» El Espíritu de Dios me recordó los siguientes impactantes versículos: «Si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, el tal es un mentiroso.» (1 Jn 4.20) Y, «Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.» (Col 3.19) Sin embargo, el Espíritu de Dios todavía no terminaba con el orgullo de este «pastor avivado». No sé cuánto tiempo pasé orando mientras todos cantaban emocionados. Una puñalada más traspasó mi corazón: «Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.» (Mt. 5.22–24).
¿Qué cree que fui motivado a hacer? Lo mismo que le pido que haga usted si quiere ser parte de un gran avivamiento (2 Cr 7.14).
1. Humillación:
«Si se humillare mi pueblo…»
Tuve que reconocer que como esposo no estaba viviendo con sabiduría. Tuve que reconocer las áreas de mi debilidad: No dedicar tiempo a pasear con mi esposa, no apoyarla en los quehaceres domésticos, escuchar a todas las hermanas de la iglesia pero no a ella, tener relaciones sexuales pensando en mi satisfacción en vez de pensar en ella, ser un buen proveedor para las necesidades físicas pero ignorar sus necesidades emocionales y espirituales, dedicar poco tiempo a los hijos y mucho tiempo al templo.
2. Consagración:
«... y oraren, y buscaren mi rostro...»
Tuve que declararle a Dios, sin justificarme, cuáles eran mis faltas, para buscar perdón de mis pecados de incomprensión y falta de respeto. Yo había estado haciendo todo lo contrario de lo que pide el apóstol Pedro. En mi confesión me comunico con Dios sobre mi pecado. Santiago nos aconseja a nosotros, los ofensores, que busquemos el perdón para que la relación vuelva a ser saludable (Stg 5.16). Entonces, mi confesión debía incluir a mi esposa para sanar la relación conyugal y no tener nada que me impidiera acercarme y presentar mi ofrenda a Dios.
3. Cambio:
«... y se convirtieren de sus malos caminos…»
Es convertirse en otro. Es hacer lo opuesto de lo que estábamos haciendo y vivir con la esposa sabiamente. Es poner en la agenda tiempo con la familia, no sólo para comer juntos sino para pasear juntos, planear la vida juntos, tomar vacaciones juntas, adorar juntos, y todo realizarlo con sabiduría.
Nuestro cambio debe incluir un compromiso diario para darle a la esposa la honra que se merece. El cambio exige que respetemos sus puntos de vista, sus opiniones. Es cambiar el sistema de palabras hirientes o acciones violentas. Esto no es fácil, sobre todo cuando nos hemos acostumbrado a no respetarla.
El cambio incluye que tengamos relaciones íntimas con honra. Hebreos 13.14 nos exhorta a que la relación sexual esté libre de impurezas y que el matrimonio y la relación íntima sea tenida en la más alta honra. En la relación sexual es donde más se necesita abandonar el egoísmo y nuestra sola satisfacción. Dios diseñó a la mujer de tal forma que ella necesita las caricias y ternura de un hombre amoroso para sentirse unida no sólo física sino emocionalmente a su marido. Por eso el apóstol Pedro nos ordena tratarla con dignidad y respeto como a vaso frágil, como coherederas de la gracia de la vida.
Uno de los grandes impedimentos para relacionarnos saludablemente con Dios es la relación conyugal enfermiza. Dios no acepta nuestra devoción cuando en nuestro matrimonio tenemos una mala relación. El gran avivamiento no comenzará al tener buenas oraciones y ayunos formales, pues no comienza en las reuniones emocionales sino en el reconocimiento de nuestras faltas, la confesión de nuestros pecados y en el cambio de comportamiento que nos permita tener relaciones conyugales saludables.
EN TIEMPO DE CRISIS
El cielo se gozó cuando yo me arrepentí.
Lucas 15:8-10. Cuando la diadema no tenía un dragma, creían que la mujer no era tan buena. Muchas cosas cuando se pierden, se pierde también la reputación. Por ejemplo, cuando pierdes un trabajo, no sólo se pierde un dragma, sino también la reputación. El buen nombre y la buena fama son mejores que el oro y la plata. Si tenemos el nombre, vamos a poder hacer las riquezas.
Muchos de ustedes saben que sin necesidad de que un banco quiebre, han perdido más que eso.
Cuando cambias, las cosas cambian también. Dice que ella agarró una lámpara. Cuando nosotros perdemos algo, tenemos que agarrar la lámpara que es la Palabra. Tienes que limpiar tu vida, no tienes que andar consintiendo algún pecado. Esta mujer tuvo que remover todo para buscar el dragma. En una casa desordenada es más fácil que las cosas se pierdan, que un hijo se descarrile fácilmente. Tú tienes que tener Palabra y orden para que no se pierda nada.
Dios nos ha demostrado en la historia que El también ha perdido, se le perdió Adán, y para recuperarlo, tuvo que mandar al postrer Adán y recuperar a todos los adanes. No se le perdió el hijo pródigo; Dios sí pierde, pero nos enseña cómo recuperarlo. ¿Acaso no tenía un banquete listo? Y uno de ellos le dijo: "He comprado una hacienda y la tengo que ir a ver".
¿Cómo así que fue a ver una hacienda de noche? ¿O acaso era una excusa barata para no poder estar en la cena?
¿Quién compra sin antes ver? ¿Quién compra un carro usado y no lo prueba antes? Créeme que sí hay, un amigo compró un carro en una subasta; él decía que estaba súper barato, y cuando lo probó, no tenía motor.
Estaba la cena lista, y los invitados le dijeron que no, pero El no la perdió. Dijo que les llamaran a todos los pobres y hambrientos, pero que su mesa no se quedaría vacía. Los privilegiados se perdieron esa cena. Nunca desprecies lo que Dios te quiere dar.
Se pierde, sí; pero se puede recuperar con fe en su Palabra. ¿Cuántos creen en su Palabra? Eso es muy general, pero ¿crees algo de la Biblia? ¿Cuál es el versículo en el que crees? Pero si no tienes un versículo en qué creer, no crees en la Palabra.
Tú ya tienes la Palabra para pasar esa crisis, lo que necesitas es creer la Palabra que Dios te ha dado, y espero que esté escrita en tu corazón.
Si tú quieres que Jesús entre en tu hogar, en tu oficina, tienes que apartar tiempo para El. Dios rige los tiempos, El es el Señor de los tiempos, no los tiempos señorean sobre El.
Jesús les enseña a los discípulos: Ustedes dicen que no es tiempo de sembrar, y luego dicen "¿de dónde apareció el trigo? Y es porque Dios es el dueño del tiempo, y puede dar y poner en el momento que El quiera, y no cuando tú creas.
Debes de vivir creyendo todos los días con fe, y no que hoy recibes la Palabra y el lunes ya empiezas a vivir conforme la palabra del mundo. Se los demuestro: todos están esperando el mes de diciembre y es porque nosotros creemos en nuestro tiempo. Pero por su Palabra el sol se detuvo, por ésta vamos a salir adelante. Es lo que necesitamos más que nunca.
El cielo y la tierra se pueden acabar, pero la Palabra siempre permanecerá, y es lo único digno que merece que pongas tus pies.
El engaño de la riqueza puede ahogar la palabra que está viva, y el afán, esa semilla, porque es enemigo del crecimiento.
El engaño de la riqueza ahoga la Palabra y la vuelven infructuosa. Jesús espera que esa Palabra dé fruto, pero por el engaño de este mundo, deja de hacerlo.
Jamás debe existir algo más importante que escuchar la Palabra, porque ese día, la Palabra será ahogada y ya no tendrás nada para que siga creciendo.
Cuando las riquezas tambalean, es donde se prueba a la gente, porque donde está la riqueza, está tu corazón.
Busca primeramente a Dios y a su justicia y todas estas cosas te serán añadidas.
Dice que busquemos su reino y las cosas nos seguirán. Pero cuando buscamos las cosas, Jesús es el que nos sigue.
No puedes servir a los dos, hay gente que busca a Dios por las riquezas.
Nuestro trabajo debe ser para Dios, y si trabajas para El, debes trabajar bajo los códigos de trabajo de Dios. No vendas, no produzcas algo que sólo le hace daño a la gente. ¿Quién te dijo que puedes vender lo que sea? ¿Las leyes del país? Estas están debajo de la ley de Dios, ¡vende lo correcto!
Habur decía "no me des"; Javes decía "dame". Uno de los dos tiene que estar en lo correcto y es Javes, pero Habur trabajaba bajo sus finanzas, porque decía: no sea que me des mucho y me olvide de ti, y si no me das, blasfeme a tu nombre, mejor sólo dame lo del día.
En cambio, Pablo no; él decía "dame", porque sabía que no podía olvidarse de Jesús, porque él tenía formado un carácter.
Tienes la Palabra para pasar la crisis, pero agárrate de ella; tienes que creerla. Es un peligro poner tu vida a girar alrededor de la economía, porque va cambiar en función a ella.
¿Recuerdan cuando el profeta Elías llegó Y dijo que dejaría de haber comida y que por su Palabra también se quedó sin comer? (I Reyes 17) Pero los cuervos le llevaron comida y tampoco tenía qué tomar y lo mandó con la viuda a pedirle el último pan que le quedaba. La mujer le dijo que era lo último que tenía y que al terminarse esa comida, esperarían la muerte. El profeta le dijo que le diera de primero a él y que la harina y el aceite no se escasearían. El cumplió lo que había dicho. El problema no es la palabra que dice Dios y los profetas, sino la que tú dices, porque esa también se cumplirá.
Tienes que tener en tu boca la Palabra de Dios.
Dios dice que devolverá lo que la oruga, el saltón se han comido.
Dios es un Dios de restauración, restaura tus finanzas, familia, iglesia, nación. El es un Dios que levanta ciudades.
Daniel 1:8.
Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligare a contaminarse.
Estos hombres fueron tomados del pueblo de Israel y los llevaron a Nabucodonosor, éstos eran los más sabios del pueblo de Israel.
Lo que el rey había propuesto era que cada vez que le llevaran la comida, también llevarán una Palabra para poder contaminarlos.
Pero por eso, dijo Daniel que no comería nada para no estar contaminado.
Cuando el pastor pone palabra incorruptible en tu mente para que pases por cualquier tribulación, no es para que el lunes estés en una cafetería escuchando la plática de los reyes de este mundo contaminándote otra vez.
Vamos a ver surgir nuestra nación por su Palabra.
Tienes un serio problema; tienes tu mente contaminada, tienes un doble ánimo, tienes que tener un sólo ánimo. Pones atención a la gente de este mundo, pretendiendo que la gente te entienda.
Di: “Señor, yo voy a confiar en tu Palabra, echaré la red en tu Palabra, hablaré tu Palabra, la de tus profetas y la mía, serán una sola, planes de bien y no de mal”.
LOS CELOS EN EL MATRIMONIO
Busca tu intimidad con Dios, pídele sabiduría y ora, es una de las herramientas más poderosas que Dios nos ha dado para cuidar a nuestra familia
Cantares 8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos”
La palabra “celos” en la Biblia tiene algunas connotaciones las cuales de acuerdo al contexto y a la palabra original, podríamos simplificar de la siguiente manera: Dice que Dios es celoso, Exodo 20:5 “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…” Celos como observamos en Números 5:14 “si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado…” Este pasaje habla de un “espíritu de celos” causados aparentemente por una infidelidad de la esposa, pero si demuestra inocencia, es liberada de toda maldición. En ambos casos es un enojo provocado por una infidelidad cometida o que podría cometerse.
1 Corintios 10:22: “¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? 23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.”
Otra connotación respecto a los celos es la que encontramos en pasajes en que los relaciona directamente con obras de la carne tales como la envidia y la contienda, no precisamente con infidelidades. Dice en 1 Corintios 3:3: “porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” y en Santiago 3:14: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”
Dios nos a creado a las mujeres como ayuda idónea de nuestro esposo y parte de nuestra función es cuidar celosamente lo que el nos ha confiado, tanto esposo como hijos, pero esto no significa en ningún momento, desconfiar ni sobreproteger. Dios nos ha dado a todos un libre albedrío y nos dice también lo que sucederá si somos infieles. No obstante El nos cuida con sabiduría y amor, nos atrae, nos enamora y nos bendice.
Celos no significa desconfianza ni atosigamiento de nuestra pareja. Si tu estás desconfiando de tu esposo, si te atormenta y lo atormentas a el con cada mujer que se le acerca o le dirige la palabra, si lo está sofocando y ocasionando contiendas con estas actitudes, entonces si estás en serios problemas y si puedes acabar con tu matrimonio. Nunca olvides lo que dice Proverbios 14:1: “La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.”
¿Qué es lo primero que debes hacer? Pon tu confianza en Dios, dice la Palabra que confiemos en El y El hará, también nos señala que busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás nos será añadido. Cree en lo que Dios ha hecho de ti, confía en ti misma y cree en tu esposo, haz de tu hogar un lugar deseable en donde la paz y el amor de Cristo prevalezcan. Cuídalo, atiéndelo, atráelo, pero no lo sofoques. Busca tu intimidad con Dios, pídele sabiduría, ora (la oración es una de las herramientas mas poderosas que Dios nos ha dado para cuidar a nuestra familia) por tu esposo para que sea guardado de todo mal y apartado de toda tentación y sobre todas las cosas, confía, confía y confía en el Señor.
Cantares 8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos”
La palabra “celos” en la Biblia tiene algunas connotaciones las cuales de acuerdo al contexto y a la palabra original, podríamos simplificar de la siguiente manera: Dice que Dios es celoso, Exodo 20:5 “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…” Celos como observamos en Números 5:14 “si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado…” Este pasaje habla de un “espíritu de celos” causados aparentemente por una infidelidad de la esposa, pero si demuestra inocencia, es liberada de toda maldición. En ambos casos es un enojo provocado por una infidelidad cometida o que podría cometerse.
1 Corintios 10:22: “¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? 23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.”
Otra connotación respecto a los celos es la que encontramos en pasajes en que los relaciona directamente con obras de la carne tales como la envidia y la contienda, no precisamente con infidelidades. Dice en 1 Corintios 3:3: “porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” y en Santiago 3:14: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”
Dios nos a creado a las mujeres como ayuda idónea de nuestro esposo y parte de nuestra función es cuidar celosamente lo que el nos ha confiado, tanto esposo como hijos, pero esto no significa en ningún momento, desconfiar ni sobreproteger. Dios nos ha dado a todos un libre albedrío y nos dice también lo que sucederá si somos infieles. No obstante El nos cuida con sabiduría y amor, nos atrae, nos enamora y nos bendice.
Celos no significa desconfianza ni atosigamiento de nuestra pareja. Si tu estás desconfiando de tu esposo, si te atormenta y lo atormentas a el con cada mujer que se le acerca o le dirige la palabra, si lo está sofocando y ocasionando contiendas con estas actitudes, entonces si estás en serios problemas y si puedes acabar con tu matrimonio. Nunca olvides lo que dice Proverbios 14:1: “La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la derriba.”
¿Qué es lo primero que debes hacer? Pon tu confianza en Dios, dice la Palabra que confiemos en El y El hará, también nos señala que busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás nos será añadido. Cree en lo que Dios ha hecho de ti, confía en ti misma y cree en tu esposo, haz de tu hogar un lugar deseable en donde la paz y el amor de Cristo prevalezcan. Cuídalo, atiéndelo, atráelo, pero no lo sofoques. Busca tu intimidad con Dios, pídele sabiduría, ora (la oración es una de las herramientas mas poderosas que Dios nos ha dado para cuidar a nuestra familia) por tu esposo para que sea guardado de todo mal y apartado de toda tentación y sobre todas las cosas, confía, confía y confía en el Señor.
miércoles, 11 de febrero de 2009
LIBERACION 4
Introducción
Para recibir liberación verdadera, el ministrado deberá asegurarse ante Dios de que cumple con los siguientes siete pasos, los cuales muestran la verdadera santificación del creyente. Estos siete pasos son muy importantes de ser observados, por lo tanto, prestemos la debida atención.
1 - Honestidad
Es preciso ser honesto con Dios, con uno mismo, y con los demás, si se espera recibir la bendición de Dios de la liberación. La falta de honestidad mantiene áreas de la vida en tinieblas. Los espíritus inmundos se crecen en tales tinieblas, pero la honestidad ayuda a sacarlos a la luz. Por lo tanto, no mintamos contra la verdad, seamos honestos. Todo pecado que no se confiese, o del cual no haya habido arrepentimiento, otorga al demonio un derecho legal para quedarse. Pide al Señor que te ayude a verte a ti mismo como Él te ve, y a traer a la luz cualquier cosa que no sea del Señor.
Salmo 32: 5; << Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado>>
Salmo 139: 23, 24; <>.
2 - Humildad
Esto implica reconocer que uno debe depender siempre de Dios y de su provisión para la liberación.
(Santiago 4: 6b-7 ) <<...Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros>>.
Esto también implica una apertura y confianza completas hacia los siervos de Dios que ministran liberación, por el siguiente principio escritural: <> (Santiago 5: 16). Si esa confianza y apertura no se dan, difícilmente saldrán los demonios.
3 - Arrepentimiento
El arrepentimiento es un cambio radical para apartarse del pecado y de Satanás. Es indispensable aborrecer el mal, y dejar de estar de acuerdo con él. Si uno no está de acuerdo, el otro (en este caso el pecado y el diablo) nada pueden hacer: <<¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?>> (Amós 3: 3).
El propósito del arrepentimiento, entre otros, es el de aborrecer el pecado. Cuanto más se aborrezca el pecado, antes los demonios se desenganchan y salen. Pide al Señor que te de aborrecimiento por el pecado.
<> (Ezequiel 20: 43). Esto último implica dolor en el corazón por el pecado cometido. Entonces se cumple lo siguiente: <> (Salmo 51: 17). ¡Entonces es cuando Dios restaura!
Recordemos que toda la base legal que el diablo puede llegar a tener es sin duda alguna el pecado consentido del ministrado.
¡Acordémonos! LA LIBERACIÓN NO SE DEBE USAR SIMPLEMENTE COMO UN ALIVIO, como aquél que va al dentista a que le extirpen una muela estropeada y doliente, y luego ya se olvida de todo y vuelve a su vida habitual. ¡LA LIBERACIÓN ES EL PROCESO QUE NOS AYUDA A SER MÁS COMO JESÚS!
Arrepentimiento es dejar todo aquello que estorba el crecimiento espiritual, el ministerio, y el compañerismo. El arrepentimiento necesita una confesión sincera de todos los pecados. Esto quita cualquier derecho legal a los espíritus demoníacos.
4 - Renuncia y restitución
La renuncia es dejar el mal. La renuncia es la acción que resulta del arrepentimiento:
<> (Mateo 3: 7, 8)
Los frutos de arrepentimiento son los que se ven después de las palabras de confesión. Son la evidencia de que realmente ha habido un cambio. Por ejemplo, si alguien se ha arrepentido de la idolatría religiosa, destruirá todo objeto idolátrico. Si alguien se ha arrepentido de la lujuria y concupiscencia, destruirá todo material pornográfico o afín.
Los recién convertidos de Efeso, así lo experimentaron cuando quemaron sus costosísimos libros de hechicería:
<> (Hechos 19: 18, 19)
Renunciar significa una completa ruptura con Satanás y con todas sus obras. Y por supuesto que deberá verse un cambio en la persona en sí. Un cambio real, espiritual, no sólo en la apariencia, sino en el corazón, y desde el corazón. Por eso el Señor nos lo dejó bien claro, cuando dijo: << Por sus frutos les conoceréis >>.
La restitución
Restituir implica la <>. Es, una vez entendido el agravio hecho a Dios y al prójimo, con todas las fuerzas y de todo corazón, devolver lo sustraído, o lo dañado, etc. a su dueño original, y si es virtualmente imposible hacerlo, estar dispuestos a asumir las consecuencias.
Si alguien ha robado, buscará el restituir lo robado, aunque eso pueda llevarle a la cárcel o a pagar una multa.
El dolor causado por el pecado en el corazón de uno, nunca será menor que el que pueda recibir por sufrir las consecuencias por el mismo. Esto nos hablará de un arrepentimiento genuino.
5 - Perdón
Dios perdona libremente a todos los que confiesan sus pecados y piden perdón por medio de Su Hijo: <> (1 Juan 1: 9).
De la misma forma, Él espera que nosotros perdonemos a quienes nos hayan herido en cualquier forma: <> (Mateo 6: 14, 15).
LA VOLUNTAD DE PERDONAR ES ABSOLUTAMENTE ESENCIAL PARA LA LIBERACIÓN (ver Mateo 18: 21-35). Ningún ministro de liberación puede realizar su labor con éxito, a menos que el ministrado cumpla con las condiciones de Dios, en este caso, perdonar a todos sus ofensores.
6 - Oración
Pídele a Dios que te libere en el nombre de Jesús: <> (Joel 2: 32) Busca a Dios en oración y súplica. La oración es dirigida a Dios, y ayuda a crear una sana dependencia del Espíritu Santo, ya que cada que se ora con fe, se espera el mover de Dios, y se tiende a dejar de lado toda actuación en la carne, o en las solas fuerzas de uno.
Cuanto más aprendamos a depender de Dios, mayor va a ser el poder de Dios en nuestras vidas. Como consecuencia, menor va a ser la incidencia real del ataque del diablo en nosotros. Todo esto se consigue a través de la oración y del ayuno.
7 - Guerra espiritual
La oración y la guerra espiritual, son dos actividades separadas y distintas. La oración es hacia Dios, y la guerra es hacia el enemigo espiritual. Nuestra batalla contra las potestades demoníacas no es carnal, sino espiritual (ver Efesios 6: 12; 2 Corintios 10: 3-5). Es indispensable usar como armas la sumisión a Dios, la sangre de Jesús, la Palabra de Dios, el propio testimonio como creyentes, las armas de Dios (ver Santiago 4: 7, Apocalipsis 12: 11, Efesios 6: 17, 2 Corintios 10: 3-5)
Hay que identificar los espíritus, dirigirse a ellos directamente por su nombre o naturaleza, y con voz de mando y en fe, ordenarles salir en el nombre de Jesús. Hay que entrar en batalla con decisión y seguridad de victoria. Cristo nunca falla; Él es el libertador.
<> (Marcos 16: 17)
<> (Lucas 10: 19)
<> (Salmo 18: 2)
<< No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes >> (Efesios 6: 12)
Toda esa actuación precisa de un común denominador: La fe. Y esa fe deberá ser muy práctica. Creyendo que los demonios están sujetos a nosotros en el nombre de Jesús, les mandamos que salgan, y les castigamos, imponiendo manos en (o hacia) la persona ministrada a la menor desobediencia de ellos. Tienen que saber y ver que nosotros:
• Creemos que somos hijos de Dios.
• Actuamos como hijos de Dios.
• Creemos que tenemos la autoridad de Cristo como hijos de Dios que somos.
• Ponemos en práctica lo que somos y creemos.
Consejo sabio para los que ministran liberación
Según hemos constatado a través de la experiencia, como norma general (siempre hay honrosas excepciones), antes de entrar en el proceso de mandar a los demonios que salgan de una persona, es preciso que ésta crezca en el Señor (si es nueva en la fe). Cuanto más de Dios pueda recibir, más fácil será el proceso de liberación consiguiente. Por otro lado, también veremos si la persona es genuina o no. ¡Cuántas veces hemos perdido el tiempo ministrando a personas nuevas en el Evangelio y en el proceso se desentendieron y volvieron atrás!; todo porque nos precipitamos al ver la necesidad, y no supimos esperar el momento adecuado.
La aparente necesidad no nos dirigirá, sino la sabiduría. En este contexto: Siempre habrá tiempo para la ministración de liberación.
Para recibir liberación verdadera, el ministrado deberá asegurarse ante Dios de que cumple con los siguientes siete pasos, los cuales muestran la verdadera santificación del creyente. Estos siete pasos son muy importantes de ser observados, por lo tanto, prestemos la debida atención.
1 - Honestidad
Es preciso ser honesto con Dios, con uno mismo, y con los demás, si se espera recibir la bendición de Dios de la liberación. La falta de honestidad mantiene áreas de la vida en tinieblas. Los espíritus inmundos se crecen en tales tinieblas, pero la honestidad ayuda a sacarlos a la luz. Por lo tanto, no mintamos contra la verdad, seamos honestos. Todo pecado que no se confiese, o del cual no haya habido arrepentimiento, otorga al demonio un derecho legal para quedarse. Pide al Señor que te ayude a verte a ti mismo como Él te ve, y a traer a la luz cualquier cosa que no sea del Señor.
Salmo 32: 5; << Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado>>
Salmo 139: 23, 24; <
2 - Humildad
Esto implica reconocer que uno debe depender siempre de Dios y de su provisión para la liberación.
(Santiago 4: 6b-7 ) <<...Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros>>.
Esto también implica una apertura y confianza completas hacia los siervos de Dios que ministran liberación, por el siguiente principio escritural: <
3 - Arrepentimiento
El arrepentimiento es un cambio radical para apartarse del pecado y de Satanás. Es indispensable aborrecer el mal, y dejar de estar de acuerdo con él. Si uno no está de acuerdo, el otro (en este caso el pecado y el diablo) nada pueden hacer: <<¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?>> (Amós 3: 3).
El propósito del arrepentimiento, entre otros, es el de aborrecer el pecado. Cuanto más se aborrezca el pecado, antes los demonios se desenganchan y salen. Pide al Señor que te de aborrecimiento por el pecado.
<
Recordemos que toda la base legal que el diablo puede llegar a tener es sin duda alguna el pecado consentido del ministrado.
¡Acordémonos! LA LIBERACIÓN NO SE DEBE USAR SIMPLEMENTE COMO UN ALIVIO, como aquél que va al dentista a que le extirpen una muela estropeada y doliente, y luego ya se olvida de todo y vuelve a su vida habitual. ¡LA LIBERACIÓN ES EL PROCESO QUE NOS AYUDA A SER MÁS COMO JESÚS!
Arrepentimiento es dejar todo aquello que estorba el crecimiento espiritual, el ministerio, y el compañerismo. El arrepentimiento necesita una confesión sincera de todos los pecados. Esto quita cualquier derecho legal a los espíritus demoníacos.
4 - Renuncia y restitución
La renuncia es dejar el mal. La renuncia es la acción que resulta del arrepentimiento:
<
Los frutos de arrepentimiento son los que se ven después de las palabras de confesión. Son la evidencia de que realmente ha habido un cambio. Por ejemplo, si alguien se ha arrepentido de la idolatría religiosa, destruirá todo objeto idolátrico. Si alguien se ha arrepentido de la lujuria y concupiscencia, destruirá todo material pornográfico o afín.
Los recién convertidos de Efeso, así lo experimentaron cuando quemaron sus costosísimos libros de hechicería:
<
Renunciar significa una completa ruptura con Satanás y con todas sus obras. Y por supuesto que deberá verse un cambio en la persona en sí. Un cambio real, espiritual, no sólo en la apariencia, sino en el corazón, y desde el corazón. Por eso el Señor nos lo dejó bien claro, cuando dijo: << Por sus frutos les conoceréis >>.
La restitución
Restituir implica la <
Si alguien ha robado, buscará el restituir lo robado, aunque eso pueda llevarle a la cárcel o a pagar una multa.
El dolor causado por el pecado en el corazón de uno, nunca será menor que el que pueda recibir por sufrir las consecuencias por el mismo. Esto nos hablará de un arrepentimiento genuino.
5 - Perdón
Dios perdona libremente a todos los que confiesan sus pecados y piden perdón por medio de Su Hijo: <
De la misma forma, Él espera que nosotros perdonemos a quienes nos hayan herido en cualquier forma: <
LA VOLUNTAD DE PERDONAR ES ABSOLUTAMENTE ESENCIAL PARA LA LIBERACIÓN (ver Mateo 18: 21-35). Ningún ministro de liberación puede realizar su labor con éxito, a menos que el ministrado cumpla con las condiciones de Dios, en este caso, perdonar a todos sus ofensores.
6 - Oración
Pídele a Dios que te libere en el nombre de Jesús: <
Cuanto más aprendamos a depender de Dios, mayor va a ser el poder de Dios en nuestras vidas. Como consecuencia, menor va a ser la incidencia real del ataque del diablo en nosotros. Todo esto se consigue a través de la oración y del ayuno.
7 - Guerra espiritual
La oración y la guerra espiritual, son dos actividades separadas y distintas. La oración es hacia Dios, y la guerra es hacia el enemigo espiritual. Nuestra batalla contra las potestades demoníacas no es carnal, sino espiritual (ver Efesios 6: 12; 2 Corintios 10: 3-5). Es indispensable usar como armas la sumisión a Dios, la sangre de Jesús, la Palabra de Dios, el propio testimonio como creyentes, las armas de Dios (ver Santiago 4: 7, Apocalipsis 12: 11, Efesios 6: 17, 2 Corintios 10: 3-5)
Hay que identificar los espíritus, dirigirse a ellos directamente por su nombre o naturaleza, y con voz de mando y en fe, ordenarles salir en el nombre de Jesús. Hay que entrar en batalla con decisión y seguridad de victoria. Cristo nunca falla; Él es el libertador.
<
<
<
<< No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes >> (Efesios 6: 12)
Toda esa actuación precisa de un común denominador: La fe. Y esa fe deberá ser muy práctica. Creyendo que los demonios están sujetos a nosotros en el nombre de Jesús, les mandamos que salgan, y les castigamos, imponiendo manos en (o hacia) la persona ministrada a la menor desobediencia de ellos. Tienen que saber y ver que nosotros:
• Creemos que somos hijos de Dios.
• Actuamos como hijos de Dios.
• Creemos que tenemos la autoridad de Cristo como hijos de Dios que somos.
• Ponemos en práctica lo que somos y creemos.
Consejo sabio para los que ministran liberación
Según hemos constatado a través de la experiencia, como norma general (siempre hay honrosas excepciones), antes de entrar en el proceso de mandar a los demonios que salgan de una persona, es preciso que ésta crezca en el Señor (si es nueva en la fe). Cuanto más de Dios pueda recibir, más fácil será el proceso de liberación consiguiente. Por otro lado, también veremos si la persona es genuina o no. ¡Cuántas veces hemos perdido el tiempo ministrando a personas nuevas en el Evangelio y en el proceso se desentendieron y volvieron atrás!; todo porque nos precipitamos al ver la necesidad, y no supimos esperar el momento adecuado.
La aparente necesidad no nos dirigirá, sino la sabiduría. En este contexto: Siempre habrá tiempo para la ministración de liberación.
LIBERACION 3
Introducción
Incidiremos una vez más aquí en cómo debería tratarse todo lo que denominamos preliminares previos a la orden de echar fuera demonios. Veámoslo.
Asegurándonos de que la persona a ministrar es de Cristo, y por tanto, se ha arrepentido de todos sus pecados y los ha confesado, y que ha perdonado a sus ofensores, vayamos a lo siguiente:
Tomando autoridad
Como ministro:
• Toma autoridad sobre las potestades demoníacas que tienen poder sobre los demonios que habitan en la persona a ministrar.
• Ata esas potestades y prohíbelas que interfieran en cualquier forma en el consiguiente ministerio.
• Luego, ata al “hombre fuerte” o demonio principal que está sobre los demás demonios que están en la persona (Mt. 12: 29). Ese demonio es el que está fuera de la persona, pero que tiene la autoridad sobre los que están en la persona.
• Manda a todos los demonios que están en la persona que se desenganchen el uno del otro. Di así: <>
• Prohíbeles que busquen ayuda o ánimo el uno en el otro en cualquier forma.
• Si se ministra a más de una persona (ministración en grupo), prohibir que los demonios que están en cada cual, ayuden a los otros que están en las otras personas. Esto último es importante.
Echar fuera los demonios
Échalos fuera en el nombre de Jesús: << Estas señales seguirán a los que creen, en Mi nombre echarán fuera demonios... >> (Marcos 16: 17)
Llámales por su nombre, conforme a su naturaleza (demonios de lujuria, temor, violencia, etc.) y ordénales que salgan sin hacer daño, en el nombre de Jesús. Normalmente, la actitud de ellos es la de resistirse. Primeramente, quieren ver que tú tienes fe para echarles. Si se percatan que tú dudas o te muestras inseguro, no saldrán, porque sólo por fe se les puede echar. Por lo tanto, asegura tu fe en la Palabra de Dios, porque ésta nos dice que:
• Los demonios existen.
• Los demonios viven en las personas.
• A los demonios hay que expulsarles de los templos de los cristianos que son sus vidas.
Aunque procedas con fe excelente, aún y así se rebelarán y no querrán obedecer como nos gustaría. Esa es la razón por la cual habrá que coaccionarles. Obligarles a salir, castigándolos. Acordémonos que la misma presencia de Jesús les atormentaba (Mr. 1: 24). Además, los demonios sabían que Jesús estaba dispuesto a atormentarles si no le obedecían. Así pues, no es crueldad el castigarles. Es un deber el hacerlo, porque en la mayoría de las veces, sólo así salen. Recordemos que ellos no quieren salir de lo que había sido su casa por años. Por lo tanto, NO hay que pedirles por favor que salgan. Hay que ORDENARLES que salgan y castigarles si no obedecen.
El proceso de una liberación completa variará de una persona a otra. Normalmente conlleva meses, incluso años. No hay que desesperar por la demora, sino creer que Dios lo tiene todo bajo Su control, y que todo en el tiempo de Dios se cumple. Ese proceso va a depender de cada individuo y de muchos factores los cuales el Espíritu Santo irá revelando en el camino. Por regla genera, esta es una escuela de formación del carácter y de la fe del creyente que el Señor sabe aprovechar para nuestro bien.
Incidiremos una vez más aquí en cómo debería tratarse todo lo que denominamos preliminares previos a la orden de echar fuera demonios. Veámoslo.
Asegurándonos de que la persona a ministrar es de Cristo, y por tanto, se ha arrepentido de todos sus pecados y los ha confesado, y que ha perdonado a sus ofensores, vayamos a lo siguiente:
Tomando autoridad
Como ministro:
• Toma autoridad sobre las potestades demoníacas que tienen poder sobre los demonios que habitan en la persona a ministrar.
• Ata esas potestades y prohíbelas que interfieran en cualquier forma en el consiguiente ministerio.
• Luego, ata al “hombre fuerte” o demonio principal que está sobre los demás demonios que están en la persona (Mt. 12: 29). Ese demonio es el que está fuera de la persona, pero que tiene la autoridad sobre los que están en la persona.
• Manda a todos los demonios que están en la persona que se desenganchen el uno del otro. Di así: <
• Prohíbeles que busquen ayuda o ánimo el uno en el otro en cualquier forma.
• Si se ministra a más de una persona (ministración en grupo), prohibir que los demonios que están en cada cual, ayuden a los otros que están en las otras personas. Esto último es importante.
Echar fuera los demonios
Échalos fuera en el nombre de Jesús: << Estas señales seguirán a los que creen, en Mi nombre echarán fuera demonios... >> (Marcos 16: 17)
Llámales por su nombre, conforme a su naturaleza (demonios de lujuria, temor, violencia, etc.) y ordénales que salgan sin hacer daño, en el nombre de Jesús. Normalmente, la actitud de ellos es la de resistirse. Primeramente, quieren ver que tú tienes fe para echarles. Si se percatan que tú dudas o te muestras inseguro, no saldrán, porque sólo por fe se les puede echar. Por lo tanto, asegura tu fe en la Palabra de Dios, porque ésta nos dice que:
• Los demonios existen.
• Los demonios viven en las personas.
• A los demonios hay que expulsarles de los templos de los cristianos que son sus vidas.
Aunque procedas con fe excelente, aún y así se rebelarán y no querrán obedecer como nos gustaría. Esa es la razón por la cual habrá que coaccionarles. Obligarles a salir, castigándolos. Acordémonos que la misma presencia de Jesús les atormentaba (Mr. 1: 24). Además, los demonios sabían que Jesús estaba dispuesto a atormentarles si no le obedecían. Así pues, no es crueldad el castigarles. Es un deber el hacerlo, porque en la mayoría de las veces, sólo así salen. Recordemos que ellos no quieren salir de lo que había sido su casa por años. Por lo tanto, NO hay que pedirles por favor que salgan. Hay que ORDENARLES que salgan y castigarles si no obedecen.
El proceso de una liberación completa variará de una persona a otra. Normalmente conlleva meses, incluso años. No hay que desesperar por la demora, sino creer que Dios lo tiene todo bajo Su control, y que todo en el tiempo de Dios se cumple. Ese proceso va a depender de cada individuo y de muchos factores los cuales el Espíritu Santo irá revelando en el camino. Por regla genera, esta es una escuela de formación del carácter y de la fe del creyente que el Señor sabe aprovechar para nuestro bien.
LIBERACION 2
¿Cómo entraron esos demonios en las vidas?
Esos demonios que entraron en nuestras vidas, que aún pueden permanecer, y que hay que expulsar con fe y sin miramientos, lo hicieron por diversas y diferentes causas, según el caso. A saber:
• Por herencia (nuestro linaje).
• Por pecado de otras personas sobre el individuo: Violación, abuso, trauma, trabajos de brujería, maldición, dedicación, etc.
• Por pecado propio.
Por herencia (nuestro linaje)
En un principio, Dios creó al hombre para ser dichoso en todo, y que esa dicha o bendición pasase de generación en generación hasta mil generaciones: << Se acordó para siempre de Su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones>> (Salmo 105: 8). La herencia genético-espiritual, por así llamarla, fue creada por Dios para que a través de ella su bendición llegara a todas las generaciones, a través de cada linaje. El problema es que a causa de la caída del hombre, cuando el diablo obtuvo autoridad por habérsela cedido el ser humano al decidir sujetarse a él en vez de a Dios, ese canal que fue creado para llevar bendición, el maligno lo usó para llevar maldición.
Así pues, los demonios pueden pasar de padres a hijos. Se les llama demonios generacionales. En cuanto a la salud, valen estos ejemplos siguientes: El abuelo murió de cáncer, el padre también, y al hijo le podrá suceder lo mismo. El bisabuelo acabó loco, el abuelo también, y asimismo el padre y luego el hijo. Esto lo saben los profesionales de la medicina, no es nada nuevo.
En cuanto a lo moral, muchas veces, la tendencia a un tipo de pecado en concreto, la tiene el individuo porque la recibió de sus progenitores, o de alguna generación anterior. Nótese que estamos hablando de tendencia. No se está diciendo aquí que por esa razón dicho individuo queda excluido de responsabilidad si comete el pecado concerniente a esa tendencia. Sólo estamos hablando de la tendencia, nunca olvidemos que ni satanás ni sus demonios nos pueden obligar a pecar; sólo nos pueden tentar. La responsabilidad del pecado que comete el hombre, es enteramente del hombre. Leemos en Santiago 1: 14, 15; <<… cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte>>
Así pues, como heredamos lo bueno (unos bonitos ojos, un bonito color de cabello, etc.), heredamos lo malo (demonios). Así como heredamos las consecuencias del pecado original de Adán y Eva, heredamos lo que nuestros antecesores sembraron << Todo lo que el hombre sembrare, eso segará>> (la medida de esa “herencia” la dictaminará el Señor como Juez, jamás el diablo)
Cuando venimos al Señor, naciendo de nuevo, todas las maldiciones Dios las declara rotas gracias a los méritos de Cristo en la cruz. No obstante, aun y rotas las maldiciones por la sangre del Cordero, como ministros de Cristo deberemos declararlo, tal y como nos lo enseñó el Maestro: << De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, habrá sido atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, habrá sido desatado en el cielo >> (Mateo 18: 18)
Una vez hecho esto, deberemos echar fuera los demonios relacionados con esas maldiciones, cumpliendo así con la ley de Cristo: <> (Marcos 16: 17)
La tendencia al pecado, y los demonios que la acompañan, es algo que todos heredamos en mayor o menor medida. Eso nos lleva a la siguiente reflexión:
Líneas de concupiscencia generacional
Hay concupiscencia que no es generacional o hereditaria, sino que se formó por el pecado practicado por el individuo antes de venir a Cristo. No obstante, ahora nos centraremos en la concupiscencia de índole generacional. Cuando hablamos de tendencia al pecado, debemos hablar de concupiscencia. Según el diccionario, la concupiscencia es codicia ilegítima y desordenada.
Los espíritus inmundos que van de padres a hijos, siguiendo lo que denominamos <>, son especialistas según la naturaleza pecaminosa que sea.
Digamos que una de las líneas de concupiscencia generacional de Ramiro, creyente nacido de nuevo, es el temor al hombre. Tiene una fuerte tendencia a temer al hombre (al que dirán, al que pensarán, a caer mal, a no ser aceptado, etc.) Ramiro lucha y lucha para vencer en esa área, pero no puede obtener la victoria total, ¿por qué?, porque tiene dentro de él espíritus de temor, en colaboración con otros de rechazo, negativismo, falta de autoaceptación, falta de autoestima, etc. etc. que ejercen control.
¿Qué hay que hacer?
Cortar con esa línea generacional, en este caso, de temor y de los espíritus adyacentes de esta manera:
<>.
Se puede romper así, porque ya fue rota por Cristo en la Cruz. De hecho, se declara que así se rompió. Una vez se declara rota esa línea generacional, y tras previo arrepentimiento y confesión del pecado, Ramiro mandará a todo demonio de temor etc. que salga de su vida.
Aquí es necesario tomar un paso de fe grande y literalmente ordenar que ese demonio salga. Ramiro lo hará así:
<>.
Así irá procediendo con todo demonio de toda línea generacional que haya previamente cortado.
Enumerando el proceso
Así sería el orden correcto de actuación en lo referente a la infestación demoníaca por HERENCIA:
• Arrepentirse y confesar todo pecado personal (conocido y no conocido).
• Cortar con las líneas de concupiscencia generacional y sus maldiciones (a partir de la concepción) por la cruz de Cristo.
• Expulsar fuera todo demonio: Dirigiéndose a ellos directamente, y ordenándoles que salgan en el nombre de Jesús.
• Si existe enfermedad, ordenar que tal o cual órgano del cuerpo sea restaurado en el nombre de Jesús.
• POR SUPUESTO QUE, EN PRINCIPIO, UNO MISMO PUEDE MINISTRARSE ESA LIBERACIÓN. A ESE PROCESO LO LLAMAMOS: AUTOLIBERACIÓN.
Por pecado de otras personas sobre el individuo: Violación, abuso, trauma, brujería, maldición, dedicaciones, etc
Hoy en día, y tristemente, cada vez más se dan tantos casos de abuso y violación de pequeños y de mayores. Esos actos son impulsados enteramente por demonios. Lo que Satanás busca es dañar a las víctimas. La persona violada, es infestada por los demonios del violador, y es presa de innumerables traumas...pero ¡hay solución en Cristo!
El primer paso para ser libre es PERDONAR al ofensor. Perdonar a la persona que te ha herido, así como Dios nos perdonó en Cristo. El perdón destruye todo derecho legal del enemigo para quedarse dentro.
Normalmente, la persona que daña, viola, abusa, lo hace porque ella también sufrió lo propio en el pasado. Es decir, es impulsada por los demonios que entraron en ella a hacer lo mismo que le hicieron. Por lo tanto, deberemos cortar con toda maldición en ese sentido sobre la persona que recibió ese abuso, y así anular por siempre sobre la víctima esa maldad demoníaca del agresor, que venía por muchas generaciones quizás.
Por otra parte, los padres o tutores a veces han sido, sin saberlo, cómplices del enemigo al llevar a sus hijos o tutelados a los curanderos, chamanes, adivinos, echadores de cartas, etc. etc. Todo esto fue entrada de espíritus inmundos.
Todo lo concerniente a pactos, promesas, dedicaciones, votos, etc. a falsos cristos, vírgenes, santos, etc. también. Todo lo concerniente a la falsa religión (sea la que sea). La Gran Ramera tiene mucho que ver en todo eso. A todo habrá que renunciar, y romper todo pacto con la sangre de Cristo.
Enumerando el proceso
Así sería el orden correcto de actuación en lo referente a la infestación demoníaca por pecado de otros que afectaron al individuo:
• Perdonar al ofensor.
• Renunciar y romper todo lazo, atadura, dependencia, etc. con la maldición por la violación, brujería, votos y dedicaciones a ídolos, curanderismo, etc. etc.
• Expulsar fuera todo demonio: Dirigiéndose a ellos directamente, y ordenándoles que salgan en el nombre de Jesús.
• Si existe enfermedad, ordenar que tal o cual órgano del cuerpo sea restaurado en el nombre de Jesús.
Por pecado propio
Ni que decir que cuando estábamos en el mundo y éramos practicantes de pecado, el enemigo tenía campo más que abierto para entrar en nosotros. ¡Le abríamos las puertas de par en par! Ahora que ya se las hemos cerrado definitivamente al tener a Cristo y no practicar pecado (1 Juan 5: 18), el enemigo que todavía permanece en nosotros es un intruso, y a los intrusos hay que echarles fuera de la casa.
Con fe, y sin dudar, de acuerdo con Marcos 16; 17, manda que todo espíritu inmundo que entró en tu vida salga de ella en el nombre de Jesús.
Como deberán salir / Estratagemas demoníacas
Una vez identificado el enemigo, éste deberá salir al dar la orden de expulsión en el nombre de Jesús. Según sea el caso, a veces parecerá que nada ocurre, pero hay que insistir, y seguir insistiendo con fe. Ha habido muchos casos que no han empezado a manifestarse sino al cabo de media hora de estar ministrando, o más. Siempre intentarán esconderse y no manifestarse para no ser reconocidos. Su principal estrategia para no salir, es hacernos creer que ahí no hay nada (llevan muchos siglos de práctica).
Dice Santiago: << Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor>>
Estratagemas para no salir
Los demonios son muy astutos. Obran amparándose en nuestras debilidades para hacer lo que quieren. Este también es el caso para no salir de la que creen es su casa pero que ya no lo es.
Veamos algunas de esas estratagemas:
• La primera es la INCREDULIDAD; DUDA; ESCEPTICISMO. Si logran hacer perder la fe al creyente, lo han conseguido todo. Cuando el ministrado se sienta incrédulo o con muchas dudas o escepticismo, deberá reprender todo espíritu de esa índole y ordenar que se vaya en el nombre de Jesús.
• MUCHAS VECES EL MINISTRADO NO DICE NADA POR TEMOR A QUÉ PENSARÁ LA PERSONA QUE LA ESTÁ LIBERANDO, O POR PENA. ES MEJOR SER HONESTO Y DECIR LO QUE ESTÁ OCURRIENDO. ESTO AHORRA MUCHO TIEMPO Y ESFUERZO INNECESARIOS.
• Otra es el TEMOR. El temor bloquea, paraliza. El temor es una de las estrategias que más usa el enemigo de nuestras almas.
• Otra es la CONDENACIÓN. Los demonios son seres condenados, y lo que hacen es intentar hacer sentir a la persona lo mismo que ellos son. Si la persona salva llega a sentirse enormemente culpable o condenada, no facilitará la liberación. Reprender todo espíritu de condenación. Recordemos: << Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús>> (Romanos 8: 1)
• Otra es el SUEÑO y el CANSANCIO. Los demonios intentan aturdir, cansar, dejar sin fuerzas a la persona para que no pueda colaborar. Reprender espíritu de sueño, fatiga, cansancio, etc. y todo demonio que esté actuando en ese sentido.
• Otra estratagema es el DESÁNIMO, la DESESPERACIÓN y el TORMENTO. Hacer lo propio.
El enemigo siempre intentará distraer cualquier esfuerzo nuestro antes de ir a la sesión de liberación, por lo tanto:
• HORAS ANTES DE IR A LA SESIÓN DE LIBERACIÓN, ATAR Y DESTRUIR TODA OBRA DE DEMONIOS SOBRE LA PERSONA A MINISTRAR Y LA QUE MINISTRA.
Cuando el enemigo “vuelve”; la estratagema del “demonio yo-yo”
De vez en cuando he oído hablar acerca del llamado “ demonio yo-yo”, queriendo decir con ello, que existe la posibilidad de que los demonios vuelvan a entrar en las personas que son liberadas. Yo no comparto en absoluto con esta teoría, excepto cuando la persona cae de nuevo en práctica de pecado.
Normalmente lo que ocurre es que cuando se creyó que la liberación había concluido, en realidad no fue así. Ocurre sobretodo después de una manifestación violenta de expulsión del que creíamos era el <>. La persona parecía que ya estaba libre y todos nos alegramos mucho.
Pasó el tiempo, y todos pensábamos que ya todo había acabado, y hasta nos olvidamos del tema. Mientras tanto, lo que ocurrió es que, al haber detenido la ministración por creer que la persona ya estaba libre, los que quedaban se escondieron.
Se escondieron los que quedaban por un tiempo, y se manifestaron pretendiendo que habían vuelto, cuando en realidad se habían quedado agazapados dentro, esperando el momento propicio para molestar, causando el consiguiente desánimo y frustración. Esta es la estratagema del diablo para desgastar y desanimar. Por favor, no ignoremos sus astucias y maquinaciones. Tengamos en cuenta que la liberación total de un individuo, no es cosa de una sesión ni de dos.
Cuando el enemigo tiene derecho legal
Pecado oculto; corazón no quebrantado:
Muchas veces el enemigo no se manifiesta para salir, ni sale, porque existe pecado oculto. Tristemente, a veces el enemigo tiene derecho legal para no salir porque existe pecado oculto en la vida de la persona. La liberación sólo es efectiva cuando la persona se ha arrepentido de todo pecado, y desea fervientemente vivir para Cristo. Dice Santiago: << El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos>> (1: 8)
El creyente que es de doble ánimo (o doble alma o mente), quiere servir a Dios, pero sin renunciar a servirse a sí mismo. Busca lo suyo. Nunca podrá haber una liberación real en tal persona. No nos engañemos, Dios no puede ser burlado.
El que ministra deberá asegurarse en lo posible de que la persona a ministrar es de recto corazón ante Dios. Pidamos a Dios que revele todo pecado oculto, y toda forma de vida que no sea enteramente recta ante Dios.
Por contrapartida, el hecho de que aparentemente estén saliendo demonios de una persona determinada, tampoco nos asegura que esa persona anda rectamente ante el Señor necesariamente. Dando aquí un ejemplo extremo pero no menos cierto, los satanistas y los brujos cuando quieren introducirse en alguna iglesia cristiana con el fin de destruirla, haciéndose pasar por cristianos ellos mismos, pueden hacer que sus propios demonios vayan saliendo como una estratagema para intentar convencer a los líderes de la iglesia de que son lo que no son. Lógicamente, esos demonios vuelven a ellos más tarde.
SÓLO ES EFECTIVA LA LIBERACIÓN EN AQUELLOS QUE SE HAN ARREPENTIDO DE SUS PECADOS Y DE TODA PRÁCTICA DE ELLOS, Y ESTÁN DECIDIDOS A SEGUIR AL CORDERO DE DIOS DE VERAS.
La liberación no es como ir al dentista a que a uno le saquen la muela mala. La liberación persigue el objetivo de poder acercarse más y de verdad a Jesús. La liberación es el pan de los hijos de Dios; es para los santos que aman a Dios de veras.
Manifestaciones de salida
Podemos fehacientemente saber cuando los demonios están saliendo de las personas dignas. Lo harán siempre con MANIFESTACIÓN física. A saber:
• Expulsión de saliva y mucosidad por boca y nariz.
• Bostezos.
• Eructos.
• Tos.
• Arcadas.
• Alaridos y gritos.
• Vómitos.
• Estornudos (de ahí la expresión popular, ¡Jesús! )
• Escapes de aire por boca y ano.
• Soplidos continuados
• Orina y excremento.
• Movimiento continuo y enérgico de las manos.
(La lista no es exhaustiva)
Nuestras armas espirituales
Dios nos ha dado en Cristo Jesús toda una serie de armas que son espirituales para combatir con éxito a los demonios, con el fin de que sean expulsados de nuestras vidas.
El nombre de Jesús. La sangre del Cordero. La cruz de Cristo. Fuego del Espíritu Santo. La unción. Hollarlos. <> . Etc. El apoyo bíblico es muy claro: (Mc. 16: 17; Fil. 2: 9-11; Ap. 12: 11; Col. 2: 14, 15; Mt. 3: 11; Lc. 10: 19; 2 Co. 10: 4, 5)
Las armas nos son necesarias porque de ellas nos valemos para expulsar demonios. Lo que logran no es la muerte de los demonios, ya que son espíritu y no pueden morir, pero sí su debilitamiento, escisión, y expulsión.
Veamos a los demonios como lo que realmente son: Enemigos que nos odian muchísimo más de lo que nosotros podremos nunca llegar a aborrecerles; enemigos que nos odian a muerte. Nos odian porque en nosotros ven a Jesús, y ellos odian a Jesús... y también le temen. Así pues, ellos realmente nos temen porque Jesús está en nosotros. Por lo tanto, no temamos ser ofensivos y agresivos contra ellos, porque SÍ tenemos lucha contra ellos (Efesios 6: 12) y son nuestros encarnizados enemigos. No menospreciemos, ni pasemos por alto sus intenciones << para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones>> (2 Co. 2: 11).
Esos demonios que entraron en nuestras vidas, que aún pueden permanecer, y que hay que expulsar con fe y sin miramientos, lo hicieron por diversas y diferentes causas, según el caso. A saber:
• Por herencia (nuestro linaje).
• Por pecado de otras personas sobre el individuo: Violación, abuso, trauma, trabajos de brujería, maldición, dedicación, etc.
• Por pecado propio.
Por herencia (nuestro linaje)
En un principio, Dios creó al hombre para ser dichoso en todo, y que esa dicha o bendición pasase de generación en generación hasta mil generaciones: << Se acordó para siempre de Su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones>> (Salmo 105: 8). La herencia genético-espiritual, por así llamarla, fue creada por Dios para que a través de ella su bendición llegara a todas las generaciones, a través de cada linaje. El problema es que a causa de la caída del hombre, cuando el diablo obtuvo autoridad por habérsela cedido el ser humano al decidir sujetarse a él en vez de a Dios, ese canal que fue creado para llevar bendición, el maligno lo usó para llevar maldición.
Así pues, los demonios pueden pasar de padres a hijos. Se les llama demonios generacionales. En cuanto a la salud, valen estos ejemplos siguientes: El abuelo murió de cáncer, el padre también, y al hijo le podrá suceder lo mismo. El bisabuelo acabó loco, el abuelo también, y asimismo el padre y luego el hijo. Esto lo saben los profesionales de la medicina, no es nada nuevo.
En cuanto a lo moral, muchas veces, la tendencia a un tipo de pecado en concreto, la tiene el individuo porque la recibió de sus progenitores, o de alguna generación anterior. Nótese que estamos hablando de tendencia. No se está diciendo aquí que por esa razón dicho individuo queda excluido de responsabilidad si comete el pecado concerniente a esa tendencia. Sólo estamos hablando de la tendencia, nunca olvidemos que ni satanás ni sus demonios nos pueden obligar a pecar; sólo nos pueden tentar. La responsabilidad del pecado que comete el hombre, es enteramente del hombre. Leemos en Santiago 1: 14, 15; <<… cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte>>
Así pues, como heredamos lo bueno (unos bonitos ojos, un bonito color de cabello, etc.), heredamos lo malo (demonios). Así como heredamos las consecuencias del pecado original de Adán y Eva, heredamos lo que nuestros antecesores sembraron << Todo lo que el hombre sembrare, eso segará>> (la medida de esa “herencia” la dictaminará el Señor como Juez, jamás el diablo)
Cuando venimos al Señor, naciendo de nuevo, todas las maldiciones Dios las declara rotas gracias a los méritos de Cristo en la cruz. No obstante, aun y rotas las maldiciones por la sangre del Cordero, como ministros de Cristo deberemos declararlo, tal y como nos lo enseñó el Maestro: << De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, habrá sido atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, habrá sido desatado en el cielo >> (Mateo 18: 18)
Una vez hecho esto, deberemos echar fuera los demonios relacionados con esas maldiciones, cumpliendo así con la ley de Cristo: <
La tendencia al pecado, y los demonios que la acompañan, es algo que todos heredamos en mayor o menor medida. Eso nos lleva a la siguiente reflexión:
Líneas de concupiscencia generacional
Hay concupiscencia que no es generacional o hereditaria, sino que se formó por el pecado practicado por el individuo antes de venir a Cristo. No obstante, ahora nos centraremos en la concupiscencia de índole generacional. Cuando hablamos de tendencia al pecado, debemos hablar de concupiscencia. Según el diccionario, la concupiscencia es codicia ilegítima y desordenada.
Los espíritus inmundos que van de padres a hijos, siguiendo lo que denominamos <
Digamos que una de las líneas de concupiscencia generacional de Ramiro, creyente nacido de nuevo, es el temor al hombre. Tiene una fuerte tendencia a temer al hombre (al que dirán, al que pensarán, a caer mal, a no ser aceptado, etc.) Ramiro lucha y lucha para vencer en esa área, pero no puede obtener la victoria total, ¿por qué?, porque tiene dentro de él espíritus de temor, en colaboración con otros de rechazo, negativismo, falta de autoaceptación, falta de autoestima, etc. etc. que ejercen control.
¿Qué hay que hacer?
Cortar con esa línea generacional, en este caso, de temor y de los espíritus adyacentes de esta manera:
<
Se puede romper así, porque ya fue rota por Cristo en la Cruz. De hecho, se declara que así se rompió. Una vez se declara rota esa línea generacional, y tras previo arrepentimiento y confesión del pecado, Ramiro mandará a todo demonio de temor etc. que salga de su vida.
Aquí es necesario tomar un paso de fe grande y literalmente ordenar que ese demonio salga. Ramiro lo hará así:
<
Así irá procediendo con todo demonio de toda línea generacional que haya previamente cortado.
Enumerando el proceso
Así sería el orden correcto de actuación en lo referente a la infestación demoníaca por HERENCIA:
• Arrepentirse y confesar todo pecado personal (conocido y no conocido).
• Cortar con las líneas de concupiscencia generacional y sus maldiciones (a partir de la concepción) por la cruz de Cristo.
• Expulsar fuera todo demonio: Dirigiéndose a ellos directamente, y ordenándoles que salgan en el nombre de Jesús.
• Si existe enfermedad, ordenar que tal o cual órgano del cuerpo sea restaurado en el nombre de Jesús.
• POR SUPUESTO QUE, EN PRINCIPIO, UNO MISMO PUEDE MINISTRARSE ESA LIBERACIÓN. A ESE PROCESO LO LLAMAMOS: AUTOLIBERACIÓN.
Por pecado de otras personas sobre el individuo: Violación, abuso, trauma, brujería, maldición, dedicaciones, etc
Hoy en día, y tristemente, cada vez más se dan tantos casos de abuso y violación de pequeños y de mayores. Esos actos son impulsados enteramente por demonios. Lo que Satanás busca es dañar a las víctimas. La persona violada, es infestada por los demonios del violador, y es presa de innumerables traumas...pero ¡hay solución en Cristo!
El primer paso para ser libre es PERDONAR al ofensor. Perdonar a la persona que te ha herido, así como Dios nos perdonó en Cristo. El perdón destruye todo derecho legal del enemigo para quedarse dentro.
Normalmente, la persona que daña, viola, abusa, lo hace porque ella también sufrió lo propio en el pasado. Es decir, es impulsada por los demonios que entraron en ella a hacer lo mismo que le hicieron. Por lo tanto, deberemos cortar con toda maldición en ese sentido sobre la persona que recibió ese abuso, y así anular por siempre sobre la víctima esa maldad demoníaca del agresor, que venía por muchas generaciones quizás.
Por otra parte, los padres o tutores a veces han sido, sin saberlo, cómplices del enemigo al llevar a sus hijos o tutelados a los curanderos, chamanes, adivinos, echadores de cartas, etc. etc. Todo esto fue entrada de espíritus inmundos.
Todo lo concerniente a pactos, promesas, dedicaciones, votos, etc. a falsos cristos, vírgenes, santos, etc. también. Todo lo concerniente a la falsa religión (sea la que sea). La Gran Ramera tiene mucho que ver en todo eso. A todo habrá que renunciar, y romper todo pacto con la sangre de Cristo.
Enumerando el proceso
Así sería el orden correcto de actuación en lo referente a la infestación demoníaca por pecado de otros que afectaron al individuo:
• Perdonar al ofensor.
• Renunciar y romper todo lazo, atadura, dependencia, etc. con la maldición por la violación, brujería, votos y dedicaciones a ídolos, curanderismo, etc. etc.
• Expulsar fuera todo demonio: Dirigiéndose a ellos directamente, y ordenándoles que salgan en el nombre de Jesús.
• Si existe enfermedad, ordenar que tal o cual órgano del cuerpo sea restaurado en el nombre de Jesús.
Por pecado propio
Ni que decir que cuando estábamos en el mundo y éramos practicantes de pecado, el enemigo tenía campo más que abierto para entrar en nosotros. ¡Le abríamos las puertas de par en par! Ahora que ya se las hemos cerrado definitivamente al tener a Cristo y no practicar pecado (1 Juan 5: 18), el enemigo que todavía permanece en nosotros es un intruso, y a los intrusos hay que echarles fuera de la casa.
Con fe, y sin dudar, de acuerdo con Marcos 16; 17, manda que todo espíritu inmundo que entró en tu vida salga de ella en el nombre de Jesús.
Como deberán salir / Estratagemas demoníacas
Una vez identificado el enemigo, éste deberá salir al dar la orden de expulsión en el nombre de Jesús. Según sea el caso, a veces parecerá que nada ocurre, pero hay que insistir, y seguir insistiendo con fe. Ha habido muchos casos que no han empezado a manifestarse sino al cabo de media hora de estar ministrando, o más. Siempre intentarán esconderse y no manifestarse para no ser reconocidos. Su principal estrategia para no salir, es hacernos creer que ahí no hay nada (llevan muchos siglos de práctica).
Dice Santiago: << Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor>>
Estratagemas para no salir
Los demonios son muy astutos. Obran amparándose en nuestras debilidades para hacer lo que quieren. Este también es el caso para no salir de la que creen es su casa pero que ya no lo es.
Veamos algunas de esas estratagemas:
• La primera es la INCREDULIDAD; DUDA; ESCEPTICISMO. Si logran hacer perder la fe al creyente, lo han conseguido todo. Cuando el ministrado se sienta incrédulo o con muchas dudas o escepticismo, deberá reprender todo espíritu de esa índole y ordenar que se vaya en el nombre de Jesús.
• MUCHAS VECES EL MINISTRADO NO DICE NADA POR TEMOR A QUÉ PENSARÁ LA PERSONA QUE LA ESTÁ LIBERANDO, O POR PENA. ES MEJOR SER HONESTO Y DECIR LO QUE ESTÁ OCURRIENDO. ESTO AHORRA MUCHO TIEMPO Y ESFUERZO INNECESARIOS.
• Otra es el TEMOR. El temor bloquea, paraliza. El temor es una de las estrategias que más usa el enemigo de nuestras almas.
• Otra es la CONDENACIÓN. Los demonios son seres condenados, y lo que hacen es intentar hacer sentir a la persona lo mismo que ellos son. Si la persona salva llega a sentirse enormemente culpable o condenada, no facilitará la liberación. Reprender todo espíritu de condenación. Recordemos: << Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús>> (Romanos 8: 1)
• Otra es el SUEÑO y el CANSANCIO. Los demonios intentan aturdir, cansar, dejar sin fuerzas a la persona para que no pueda colaborar. Reprender espíritu de sueño, fatiga, cansancio, etc. y todo demonio que esté actuando en ese sentido.
• Otra estratagema es el DESÁNIMO, la DESESPERACIÓN y el TORMENTO. Hacer lo propio.
El enemigo siempre intentará distraer cualquier esfuerzo nuestro antes de ir a la sesión de liberación, por lo tanto:
• HORAS ANTES DE IR A LA SESIÓN DE LIBERACIÓN, ATAR Y DESTRUIR TODA OBRA DE DEMONIOS SOBRE LA PERSONA A MINISTRAR Y LA QUE MINISTRA.
Cuando el enemigo “vuelve”; la estratagema del “demonio yo-yo”
De vez en cuando he oído hablar acerca del llamado “ demonio yo-yo”, queriendo decir con ello, que existe la posibilidad de que los demonios vuelvan a entrar en las personas que son liberadas. Yo no comparto en absoluto con esta teoría, excepto cuando la persona cae de nuevo en práctica de pecado.
Normalmente lo que ocurre es que cuando se creyó que la liberación había concluido, en realidad no fue así. Ocurre sobretodo después de una manifestación violenta de expulsión del que creíamos era el <
Pasó el tiempo, y todos pensábamos que ya todo había acabado, y hasta nos olvidamos del tema. Mientras tanto, lo que ocurrió es que, al haber detenido la ministración por creer que la persona ya estaba libre, los que quedaban se escondieron.
Se escondieron los que quedaban por un tiempo, y se manifestaron pretendiendo que habían vuelto, cuando en realidad se habían quedado agazapados dentro, esperando el momento propicio para molestar, causando el consiguiente desánimo y frustración. Esta es la estratagema del diablo para desgastar y desanimar. Por favor, no ignoremos sus astucias y maquinaciones. Tengamos en cuenta que la liberación total de un individuo, no es cosa de una sesión ni de dos.
Cuando el enemigo tiene derecho legal
Pecado oculto; corazón no quebrantado:
Muchas veces el enemigo no se manifiesta para salir, ni sale, porque existe pecado oculto. Tristemente, a veces el enemigo tiene derecho legal para no salir porque existe pecado oculto en la vida de la persona. La liberación sólo es efectiva cuando la persona se ha arrepentido de todo pecado, y desea fervientemente vivir para Cristo. Dice Santiago: << El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos>> (1: 8)
El creyente que es de doble ánimo (o doble alma o mente), quiere servir a Dios, pero sin renunciar a servirse a sí mismo. Busca lo suyo. Nunca podrá haber una liberación real en tal persona. No nos engañemos, Dios no puede ser burlado.
El que ministra deberá asegurarse en lo posible de que la persona a ministrar es de recto corazón ante Dios. Pidamos a Dios que revele todo pecado oculto, y toda forma de vida que no sea enteramente recta ante Dios.
Por contrapartida, el hecho de que aparentemente estén saliendo demonios de una persona determinada, tampoco nos asegura que esa persona anda rectamente ante el Señor necesariamente. Dando aquí un ejemplo extremo pero no menos cierto, los satanistas y los brujos cuando quieren introducirse en alguna iglesia cristiana con el fin de destruirla, haciéndose pasar por cristianos ellos mismos, pueden hacer que sus propios demonios vayan saliendo como una estratagema para intentar convencer a los líderes de la iglesia de que son lo que no son. Lógicamente, esos demonios vuelven a ellos más tarde.
SÓLO ES EFECTIVA LA LIBERACIÓN EN AQUELLOS QUE SE HAN ARREPENTIDO DE SUS PECADOS Y DE TODA PRÁCTICA DE ELLOS, Y ESTÁN DECIDIDOS A SEGUIR AL CORDERO DE DIOS DE VERAS.
La liberación no es como ir al dentista a que a uno le saquen la muela mala. La liberación persigue el objetivo de poder acercarse más y de verdad a Jesús. La liberación es el pan de los hijos de Dios; es para los santos que aman a Dios de veras.
Manifestaciones de salida
Podemos fehacientemente saber cuando los demonios están saliendo de las personas dignas. Lo harán siempre con MANIFESTACIÓN física. A saber:
• Expulsión de saliva y mucosidad por boca y nariz.
• Bostezos.
• Eructos.
• Tos.
• Arcadas.
• Alaridos y gritos.
• Vómitos.
• Estornudos (de ahí la expresión popular, ¡Jesús! )
• Escapes de aire por boca y ano.
• Soplidos continuados
• Orina y excremento.
• Movimiento continuo y enérgico de las manos.
(La lista no es exhaustiva)
Nuestras armas espirituales
Dios nos ha dado en Cristo Jesús toda una serie de armas que son espirituales para combatir con éxito a los demonios, con el fin de que sean expulsados de nuestras vidas.
El nombre de Jesús. La sangre del Cordero. La cruz de Cristo. Fuego del Espíritu Santo. La unción. Hollarlos. <
Las armas nos son necesarias porque de ellas nos valemos para expulsar demonios. Lo que logran no es la muerte de los demonios, ya que son espíritu y no pueden morir, pero sí su debilitamiento, escisión, y expulsión.
Veamos a los demonios como lo que realmente son: Enemigos que nos odian muchísimo más de lo que nosotros podremos nunca llegar a aborrecerles; enemigos que nos odian a muerte. Nos odian porque en nosotros ven a Jesús, y ellos odian a Jesús... y también le temen. Así pues, ellos realmente nos temen porque Jesús está en nosotros. Por lo tanto, no temamos ser ofensivos y agresivos contra ellos, porque SÍ tenemos lucha contra ellos (Efesios 6: 12) y son nuestros encarnizados enemigos. No menospreciemos, ni pasemos por alto sus intenciones << para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones>> (2 Co. 2: 11).
LIBERACION 1
Apologética sobre la liberación
Capítulo primero
Introducción
Permitidme abrir este breve estudio citando dos pasajes escritúrales que vienen absolutamente a colación respecto a lo que se va a compartir en el mismo:
<<...el mundo entero está bajo el maligno >> (1 Juan 5: 19b) Este es uno, y el siguiente es:
<< Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro>> (1 Juan 3: 2, 3)
El primero, es un versículo literal, así como los dos segundos. El mundo entero está bajo la influencia directa de Satanás. El motivo es de sobras conocido: A causa de la desobediencia del hombre y el consecuente pecado, el enemigo de nuestras almas, tuvo desde el principio el derecho legal para enseñorearse de la humanidad caída y no redimida.
Así estábamos todos nosotros, bajo esa influencia demoníaca hasta que nos entregamos al Señor Jesús y le recibimos como nuestro Salvador personal y Señor.
No solamente estábamos bajo la influencia directa de Satanás a causa de nuestros propios pecados, sino que habíamos “heredado” demonios de nuestro linaje familiar... ¡una bonita colección! ¿Qué hacer con todo ello?
Contrariamente a la línea de corriente pensamiento de ciertos creyentes de hoy en día, esos demonios o espíritus inmundos que habitaban en nosotros antes de nacer de nuevo por el poder del Espíritu Santo siguen estando ahí, al menos, gran parte de ellos ahora que somos de Cristo. Hay que expulsarlos (Marcos 16: 17)
Aunque ya somos salvos por Cristo, y por tanto, hemos sido constituidos hijos de Dios por adopción, todavía no se ha manifestado esa salvación completamente (1 Juan 3: 2, 3). Eso será así cuando aparezca el Señor Jesús, y seamos trasformados a su semejanza. Mientras tanto, todavía estamos en nuestros cuerpos carnales. Esa es la razón por la cual hemos de limpiarnos de toda contaminación espiritual; esto es, echar fuera los espíritus inmundos, llamados también demonios. Lo vemos claramente así en 2 Corintios 7: 1 << Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios>>. También lo dice Santiago: <> (Santiago 4: 7) También nos dice Santiago: << Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas>> (Santiago 1: 21). ¿Qué es la inmundicia sino algo espiritual? El Señor llamó inmundos a los espíritus demoníacos; por eso, la Palabra nos insta a desechar, o abandonar todo lo que estos espíritus inmundos son y significan.
Y la palabra más clara al respecto, es la que nos habló el Señor, cuando dijo: <> (Marcos 16: 17, 18); ¿De dónde vamos a echar fuera los demonios sino de los hermanos en la fe, o acaso los vamos a echar de los impíos, para que vuelvan siete peores? (Mt. 12: 43-45)
Por tiempo, pensábamos que sólo se quedaban los más fuertes, por ejemplo, los provenientes de las prácticas de brujería, por violación, etc. no obstante, nos hemos dado cuenta de que permanecen muchos de cualquier otra procedencia, espíritus inmundos que calificaríamos de no tan evidentes, digamos: Rechazo, temor, inseguridad, inferioridad, ira, enfado, amargura, por citar sólo unos pocos. La realidad es que el espectro demoníaco es muy grande, tanto, que abarca a todos ellos, y habrá que expulsarles.
A. Todo nuestro ser es el templo de Dios
<< ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?>> (1 Corintios 3: 16)
Cada creyente es templo de Dios. Podríamos comparar a nuestro ser, es decir, cuerpo, alma y espíritu, con el antiguo templo de Jerusalén, el cual constaba de tres partes principales: El Atrio, el Santo y el Santísimo. Nuestro cuerpo se correspondería con el Atrio. Nuestra alma con el Santo; y nuestro espíritu, con el Santísimo.
Cuando venimos a Cristo, nuestro espíritu renace (de ahí la expresión <> conforme a Juan 3: 3), entonces es cuando ya se puede ordenar que salgan los demonios que, ahora, son intrusos, porque todo ese templo, ya puede y debe ser limpiado de toda inmundicia.
Por lo tanto, a pesar de que ya somos salvos (por la fe; Ef. 2: 8, 9); de que ya pertenecemos a la familia de Dios, no obstante, todavía el Espíritu Santo y nosotros deberemos trabajar y vivir en obediencia a Dios. En ese proceso de santificación, deberá intervenir, entre otros, el proceso de expulsión de demonios el cual denominamos aquí: Liberación. Recordemos la Palabra de Dios que nos exhorta a hacer de este modo: 2 Corintios 7: 1 << Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios>> . No puede ser más claro Pablo. Esa contaminación de espíritu de la cual nos hemos de limpiar es demoníaca, porque sólo los demonios son espíritus contaminantes.
Respecto al alma, esta consta de diferentes apartados los cuales son: La mente, la voluntad y los sentimientos o emociones. Además de estos tres, tenemos: La consciencia, la inconsciencia, y la subconsciencia en nuestra mente. De ella, echaremos también fuera todo espíritu concerniente a la memoria, la retentiva, la comprensión o entendimiento, etc.
De todas estas zonas, deberemos expulsar demonios provenientes de nuestra vieja vida. De la misma forma operaremos respecto al cuerpo, encontrándonos con espíritus causantes de diferentes enfermedades entre otros. Nos aseguraremos también acerca de nuestro espíritu. Nosotros somos espíritu, y satanás tiene mucho interés en esa área de nuestro ser, ya que le es muy útil para sus propósitos malignos. Por ello, nos aseguraremos de no olvidar de ministrar esa parte.
La tarea es mucha, pero el resultado es brillante. La voluntad de Dios es que, en el nombre de Jesús y a causa de sus méritos, libremos todo nuestro ser de “okupas” espirituales, y presentemos todo nuestro templo santificado, limpio y puro ante el Señor. El apóstol Pablo, enseñó: << Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional >> (Romanos 12: 1). Ese << presentar nuestros cuerpos >>, lo cual incluye en este contexto todo nuestro ser, no sólo nos habla de una intención de vivir en santidad, sino de un trabajar apoyados en la gracia de Dios, y por la fe, para que esa santidad o santificación se vaya desarrollando en cada uno de nosotros. Como hemos leído, implica un esforzarse, y es una tarea diaria; es nuestra manera habitual de vivir.
Evidentemente, llegará un momento en que se agote todo ese número de espíritus inmundos al ir siendo echados. Si persistimos en vivir de forma agradable a Dios, nuestra liberación y la consiguiente limpieza será un hecho, y nuestra vida dará un giro de 180 grados. Incluso en el proceso de limpieza de nuestro templo, notaremos que nuestro carácter se va transformando más al de Cristo. ¡Notaremos la diferencia!
Ahora bien, ese proceso durará mucho tiempo casi con toda seguridad, ya que la cantidad de espíritus inmundos es grande, y están bien organizados en diferentes naturalezas (temor, celos, lujuria, ira, etc. etc.). Deberemos tomarlo con paciencia y constancia, sabiendo cuáles son nuestros puntos débiles, y entendiendo que el enemigo trabaja allí.
B. ¿Por qué hay que expulsarles?
Primeramente porque la Palabra de Dios así lo ordena (Mr. 16: 17). Segundo porque en términos prácticos así debe ser. ¿Quién quiere tener espíritus inmundos dentro de sí?
El pan de los hijos: La liberación
A Satanás no le importa ni le preocupa la gente sin Cristo. Son suyos. Le preocupa la gente que es de Cristo, y hará todo lo que pueda para no soltar ni irse de los templos (los cuerpos de los creyentes), que pertenecen a Cristo. Intentará molestar, dañar, atormentar, atemorizar, seducir, engañar, incluso matar o apartar a la persona de la fuente de su salvación.
Decía Pablo: < <... que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones>> (2 Corintios 2: 11)
¡Pues parece, a diferencia de aquellos primeros creyentes, que nosotros sí hemos ignorado sus maquinaciones!, por eso toma tanta ventaja sobre el pueblo de Dios ¡Qué gran mentira y engaño es esa doctrina que asegura que un verdadero cristiano no puede tener demonios dentro de él! Mientras haya creyentes que sigan pensando así, el enemigo de sus almas seguirá tomando enorme ventaja en sus vidas.
Creyendo así, no se entiende entonces gran parte del ministerio de Jesús, porque Él vino a libertar a los cautivos. Esos cautivos no son los incrédulos, ¡sino los creyentes!: << El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel ; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya>> (Isaías 61: 1-3)
Este es el ministerio de Jesús. El echar fuera toda clase de demonios de los creyentes, era parte muy importante de su ministerio aquí en la tierra, ¿ha cambiado la cosa hoy en día? Cuando el pueblo de Dios hace lo mismo que Jesús hizo (Jn. 14: 12), entonces podemos decir que el Reino de Dios se está acercando poderosamente al pueblo de Dios. Jesús dijo: <> (Mateo 12: 28)
Una de las señales de estar en la perfecta voluntad de Dios, es cuando el pueblo de Dios participa del <>. Veamos acerca de esta expresión que el Señor Jesús utilizó cuando se dirigió a la mujer sirofenicia cuando esta le pidió que expulsara los demonios de su hija: << Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama>> (Marcos 7: 24-30)
Dios quiere ver a cada verdadero hijo Suyo libre de todo demonio o espíritu inmundo; ese es el PAN que Él tiene para cada uno. ¡Cumplamos con nuestro cometido!
Hay demasiados cristianos oprimidos. Demasiados hijos de Dios que no disfrutan del <>, que es la expulsión de espíritus inmundos y de su fruto, que es la LIBERACIÓN porque no se les da, porque no se cree que ese pan exista, o porque no se quiere dar porque resulta muy caro traducido en horas de trabajo y dedicación, porque quizás falta amor práctico, o porque hay mucha ignorancia y doctrina errónea al respecto. Pero ya es hora de que tú y yo, busquemos ese pan glorioso que nos hace libres.
Seamos honestos...
¿Cuántas veces hemos luchado, peleado y clamado al Cielo para vernos libres de una tentación o de una tendencia pecaminosa y no lo hemos conseguido del todo? ¿Cuántas veces ya nos da vergüenza confesar una y otra vez el mismo pecado que parece nunca llegar a morir en nosotros? ¿Cuántas veces se nos ha dicho: “Mira a la cruz, mira a la cruz”, pero a pesar de mirar a la cruz, ese pecado vuelve a producirse?, ¿y qué de ese temor, depresión, angustia, etc. etc.?, por otro lado, ¿qué significa realmente <>? Por cierto, <> significa, entre otras acepciones, el apropiarse de los beneficios de la cruz de Cristo, esto es, poner en práctica la POTESTAD que Él nos ha dado para expulsar intrusos espirituales de nuestras vidas, cumpliendo con Lucas 10: 19; <>. Así, sí funciona...
Leemos en Hebreos 12: 1, 2; << Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia , y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe , el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios>>
1) ¿Qué es poner los ojos en Jesús?: Es hacer lo que Él mandó que hiciéramos.
2) También nos dice que nos << despojemos de todo peso>> . Ese peso, entre otras cosas, es la opresión demoníaca en nosotros.
¿Cómo atamos ambos cabos? Muy sencillo, la respuesta está en Marcos 16: 17;
<>. La clave aquí es expulsar de nuestras vidas esos demonios.
Los demonios siempre que pueden, actúan en la oscuridad, siguen el ejemplo de su líder, Satanás, que es el <>. Esas tinieblas son, entre otras cosas: Desconocimiento, ignorancia, incredulidad, falsa doctrina, tradición, temor, etc. Por desconocimiento y por falsa doctrina, los demonios se han quedado oprimiendo la vida de los creyentes de todas las generaciones prácticamente siempre. ¡¡Ya es hora de que sean expuestos a la luz y sean disipadas todas las tinieblas que les protegen y amparan!!
¡DURANTE DEMASIADO TIEMPO LOS DEMONIOS (ÁNGELES CAÍDOS) HAN HECHO Y DESHECHO A SUS ANCHAS, SIN QUE NADIE LES HAYA MOLESTADO, PORQUE NO SE HA CREÍDO QUE ESTABAN AHÍ, EN LOS CREYENTES!
Los demonios tienden a esconderse y a no manifestarse dentro de las vidas de los cristianos, ¡obliguémosles a que den la cara y a su vez, a expulsarles según Marcos 16: 17!
¡No se van, ¡hay que echarles fuera!
PARA TODO ELLO NOS SERÁ IMPRESCINDIBLE ACTUAR EN FE.
No hay que dirigirse a ellos diciendo algo así como: < >. Es mejor hacerlo así: <> ; mandando que salgan fuera aquellos que sabemos, porque en nuestras vidas sabemos las cosas que no andan bien; ejemplo: Celos, envidias, temores, pecado sexual, y un muy largo etcétera. Por lo tanto, ordenaremos que salgan los que se corresponden a cada naturaleza mencionada; es decir: “espíritu de celos”, “espíritu de lujuria”, etc.
En el mejor de los casos, si no hay, nada ocurrirá, pero si no has sido ministrado de liberación nunca antes, empezarán a salir cuando por fe les mandes salir. (Veremos más adelante cómo lo hacen)
LOS DEMONIOS SE MANIFIESTAN PARA SALIR CUANDO SON DESCUBIERTOS, Y SON DESCUBIERTOS CUANDO SE ACTÚA EN FE, CREYENDO QUE ESTÁN AHÍ, Y QUE VAN A SALIR, Y SE LES ORDENA SALIR.
C. Acerca de los primeros cristianos
Lo primero que hacían los ministros de Cristo de la iglesia primitiva cuando alguien se entregaba al Señor, era bautizarle (ver Hechos 2: 41). Lo segundo era empezar a liberarle de demonios.
La inmensa mayoría de los nuevos creyentes, habían sido paganos. Todos venían con demonios que había que expulsar. Para ellos, era común y rutinaria esa práctica. Ya Tertuliano nos explica en sus escritos que los cristianos de su tiempo tenían demonios, pero que iban siendo expulsados en el nombre de Jesús, a diferencia de los paganos que los tenían también, pero que si eran expulsados, volvían de nuevo. La explicación es clara: Los demonios que están en las vidas de los incrédulos tienen derecho legal para permanecer ahí; los demonios que están en las vidas de los verdaderos creyentes no lo tienen, ahora son INTRUSOS. Un intruso es alguien que permanece en un lugar de forma clandestina.
D. El ejemplo del pescado
Nos gusta identificarnos con el PEZ. Los cristianos solemos colocar un pez en la parte trasera de nuestro coche, de esa manera estamos diciendo que somos seguidores de Cristo. La palabra griega Ichtus, que en español significa pez, era cada letra de ella, las siglas que denominaban quién era Jesús, el Hijo de Dios. Pero además, esa palabra, PEZ, tiene otro significado para nosotros los creyentes. El Señor nos comparó a su vez con peces, y nos da la red espiritual para pescar otros peces. Así que espiritualmente somos peces pescados por las redes del Evangelio por el Pescador que es Cristo.
Esto nos tiene que dar que pensar. ¿Qué hace un pescador que se precie con los peces que ha pescado? Inmediatamente los abre en canal y extrae toda la inmundicia; nunca deposita esos pescados en la cámara frigorífica sin limpiarlos antes, porque si no se echan a perder. No obstante, a la inmensa mayoría de nosotros, peces espirituales, nunca nos abrieron y sacaron lo inmundo, nunca nos limpiaron, ¡nunca nos liberaron!
¡ES HORA DE QUE LO HAGAMOS, EMPEZANDO POR NOSOTROS MISMOS!
LA AUTOLIBERACIÓN DEBERÍA SER UNA PRÁCTICA HABITUAL, HASTA QUE YA NO SEA MÁS NECESARIA.
Cada uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo. Ese templo tiene que estar limpio de toda inmundicia. Tenemos un claro ejemplo de todo esto en el Antiguo Testamento. Si leemos en 2 Crónicas 29: 3-16, ahí nos habla de la limpieza que el rey Ezequías de Judá mandó efectuar en el Templo de Dios. Leemos en el versículo 16: << Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón>>.
Si Dios tuvo tanto interés en que se limpiase un templo hecho de manos humanas, ¡¿cuánto interés no va a tener en que se limpien los templos que Él ha creado, que somos tú y yo!?
¡PONGÁMONOS MANOS A LA OBRA!
Capítulo primero
Introducción
Permitidme abrir este breve estudio citando dos pasajes escritúrales que vienen absolutamente a colación respecto a lo que se va a compartir en el mismo:
<<...el mundo entero está bajo el maligno >> (1 Juan 5: 19b) Este es uno, y el siguiente es:
<< Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro>> (1 Juan 3: 2, 3)
El primero, es un versículo literal, así como los dos segundos. El mundo entero está bajo la influencia directa de Satanás. El motivo es de sobras conocido: A causa de la desobediencia del hombre y el consecuente pecado, el enemigo de nuestras almas, tuvo desde el principio el derecho legal para enseñorearse de la humanidad caída y no redimida.
Así estábamos todos nosotros, bajo esa influencia demoníaca hasta que nos entregamos al Señor Jesús y le recibimos como nuestro Salvador personal y Señor.
No solamente estábamos bajo la influencia directa de Satanás a causa de nuestros propios pecados, sino que habíamos “heredado” demonios de nuestro linaje familiar... ¡una bonita colección! ¿Qué hacer con todo ello?
Contrariamente a la línea de corriente pensamiento de ciertos creyentes de hoy en día, esos demonios o espíritus inmundos que habitaban en nosotros antes de nacer de nuevo por el poder del Espíritu Santo siguen estando ahí, al menos, gran parte de ellos ahora que somos de Cristo. Hay que expulsarlos (Marcos 16: 17)
Aunque ya somos salvos por Cristo, y por tanto, hemos sido constituidos hijos de Dios por adopción, todavía no se ha manifestado esa salvación completamente (1 Juan 3: 2, 3). Eso será así cuando aparezca el Señor Jesús, y seamos trasformados a su semejanza. Mientras tanto, todavía estamos en nuestros cuerpos carnales. Esa es la razón por la cual hemos de limpiarnos de toda contaminación espiritual; esto es, echar fuera los espíritus inmundos, llamados también demonios. Lo vemos claramente así en 2 Corintios 7: 1 << Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios>>. También lo dice Santiago: <
Y la palabra más clara al respecto, es la que nos habló el Señor, cuando dijo: <
Por tiempo, pensábamos que sólo se quedaban los más fuertes, por ejemplo, los provenientes de las prácticas de brujería, por violación, etc. no obstante, nos hemos dado cuenta de que permanecen muchos de cualquier otra procedencia, espíritus inmundos que calificaríamos de no tan evidentes, digamos: Rechazo, temor, inseguridad, inferioridad, ira, enfado, amargura, por citar sólo unos pocos. La realidad es que el espectro demoníaco es muy grande, tanto, que abarca a todos ellos, y habrá que expulsarles.
A. Todo nuestro ser es el templo de Dios
<< ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?>> (1 Corintios 3: 16)
Cada creyente es templo de Dios. Podríamos comparar a nuestro ser, es decir, cuerpo, alma y espíritu, con el antiguo templo de Jerusalén, el cual constaba de tres partes principales: El Atrio, el Santo y el Santísimo. Nuestro cuerpo se correspondería con el Atrio. Nuestra alma con el Santo; y nuestro espíritu, con el Santísimo.
Cuando venimos a Cristo, nuestro espíritu renace (de ahí la expresión <
Por lo tanto, a pesar de que ya somos salvos (por la fe; Ef. 2: 8, 9); de que ya pertenecemos a la familia de Dios, no obstante, todavía el Espíritu Santo y nosotros deberemos trabajar y vivir en obediencia a Dios. En ese proceso de santificación, deberá intervenir, entre otros, el proceso de expulsión de demonios el cual denominamos aquí: Liberación. Recordemos la Palabra de Dios que nos exhorta a hacer de este modo: 2 Corintios 7: 1 << Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios>> . No puede ser más claro Pablo. Esa contaminación de espíritu de la cual nos hemos de limpiar es demoníaca, porque sólo los demonios son espíritus contaminantes.
Respecto al alma, esta consta de diferentes apartados los cuales son: La mente, la voluntad y los sentimientos o emociones. Además de estos tres, tenemos: La consciencia, la inconsciencia, y la subconsciencia en nuestra mente. De ella, echaremos también fuera todo espíritu concerniente a la memoria, la retentiva, la comprensión o entendimiento, etc.
De todas estas zonas, deberemos expulsar demonios provenientes de nuestra vieja vida. De la misma forma operaremos respecto al cuerpo, encontrándonos con espíritus causantes de diferentes enfermedades entre otros. Nos aseguraremos también acerca de nuestro espíritu. Nosotros somos espíritu, y satanás tiene mucho interés en esa área de nuestro ser, ya que le es muy útil para sus propósitos malignos. Por ello, nos aseguraremos de no olvidar de ministrar esa parte.
La tarea es mucha, pero el resultado es brillante. La voluntad de Dios es que, en el nombre de Jesús y a causa de sus méritos, libremos todo nuestro ser de “okupas” espirituales, y presentemos todo nuestro templo santificado, limpio y puro ante el Señor. El apóstol Pablo, enseñó: << Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional >> (Romanos 12: 1). Ese << presentar nuestros cuerpos >>, lo cual incluye en este contexto todo nuestro ser, no sólo nos habla de una intención de vivir en santidad, sino de un trabajar apoyados en la gracia de Dios, y por la fe, para que esa santidad o santificación se vaya desarrollando en cada uno de nosotros. Como hemos leído, implica un esforzarse, y es una tarea diaria; es nuestra manera habitual de vivir.
Evidentemente, llegará un momento en que se agote todo ese número de espíritus inmundos al ir siendo echados. Si persistimos en vivir de forma agradable a Dios, nuestra liberación y la consiguiente limpieza será un hecho, y nuestra vida dará un giro de 180 grados. Incluso en el proceso de limpieza de nuestro templo, notaremos que nuestro carácter se va transformando más al de Cristo. ¡Notaremos la diferencia!
Ahora bien, ese proceso durará mucho tiempo casi con toda seguridad, ya que la cantidad de espíritus inmundos es grande, y están bien organizados en diferentes naturalezas (temor, celos, lujuria, ira, etc. etc.). Deberemos tomarlo con paciencia y constancia, sabiendo cuáles son nuestros puntos débiles, y entendiendo que el enemigo trabaja allí.
B. ¿Por qué hay que expulsarles?
Primeramente porque la Palabra de Dios así lo ordena (Mr. 16: 17). Segundo porque en términos prácticos así debe ser. ¿Quién quiere tener espíritus inmundos dentro de sí?
El pan de los hijos: La liberación
A Satanás no le importa ni le preocupa la gente sin Cristo. Son suyos. Le preocupa la gente que es de Cristo, y hará todo lo que pueda para no soltar ni irse de los templos (los cuerpos de los creyentes), que pertenecen a Cristo. Intentará molestar, dañar, atormentar, atemorizar, seducir, engañar, incluso matar o apartar a la persona de la fuente de su salvación.
Decía Pablo: < <... que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones>> (2 Corintios 2: 11)
¡Pues parece, a diferencia de aquellos primeros creyentes, que nosotros sí hemos ignorado sus maquinaciones!, por eso toma tanta ventaja sobre el pueblo de Dios ¡Qué gran mentira y engaño es esa doctrina que asegura que un verdadero cristiano no puede tener demonios dentro de él! Mientras haya creyentes que sigan pensando así, el enemigo de sus almas seguirá tomando enorme ventaja en sus vidas.
Creyendo así, no se entiende entonces gran parte del ministerio de Jesús, porque Él vino a libertar a los cautivos. Esos cautivos no son los incrédulos, ¡sino los creyentes!: << El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel ; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya>> (Isaías 61: 1-3)
Este es el ministerio de Jesús. El echar fuera toda clase de demonios de los creyentes, era parte muy importante de su ministerio aquí en la tierra, ¿ha cambiado la cosa hoy en día? Cuando el pueblo de Dios hace lo mismo que Jesús hizo (Jn. 14: 12), entonces podemos decir que el Reino de Dios se está acercando poderosamente al pueblo de Dios. Jesús dijo: <
Una de las señales de estar en la perfecta voluntad de Dios, es cuando el pueblo de Dios participa del <
Dios quiere ver a cada verdadero hijo Suyo libre de todo demonio o espíritu inmundo; ese es el PAN que Él tiene para cada uno. ¡Cumplamos con nuestro cometido!
Hay demasiados cristianos oprimidos. Demasiados hijos de Dios que no disfrutan del <
Seamos honestos...
¿Cuántas veces hemos luchado, peleado y clamado al Cielo para vernos libres de una tentación o de una tendencia pecaminosa y no lo hemos conseguido del todo? ¿Cuántas veces ya nos da vergüenza confesar una y otra vez el mismo pecado que parece nunca llegar a morir en nosotros? ¿Cuántas veces se nos ha dicho: “Mira a la cruz, mira a la cruz”, pero a pesar de mirar a la cruz, ese pecado vuelve a producirse?, ¿y qué de ese temor, depresión, angustia, etc. etc.?, por otro lado, ¿qué significa realmente <
Leemos en Hebreos 12: 1, 2; << Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia , y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe , el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios>>
1) ¿Qué es poner los ojos en Jesús?: Es hacer lo que Él mandó que hiciéramos.
2) También nos dice que nos << despojemos de todo peso>> . Ese peso, entre otras cosas, es la opresión demoníaca en nosotros.
¿Cómo atamos ambos cabos? Muy sencillo, la respuesta está en Marcos 16: 17;
<
Los demonios siempre que pueden, actúan en la oscuridad, siguen el ejemplo de su líder, Satanás, que es el <
¡DURANTE DEMASIADO TIEMPO LOS DEMONIOS (ÁNGELES CAÍDOS) HAN HECHO Y DESHECHO A SUS ANCHAS, SIN QUE NADIE LES HAYA MOLESTADO, PORQUE NO SE HA CREÍDO QUE ESTABAN AHÍ, EN LOS CREYENTES!
Los demonios tienden a esconderse y a no manifestarse dentro de las vidas de los cristianos, ¡obliguémosles a que den la cara y a su vez, a expulsarles según Marcos 16: 17!
¡No se van, ¡hay que echarles fuera!
PARA TODO ELLO NOS SERÁ IMPRESCINDIBLE ACTUAR EN FE.
No hay que dirigirse a ellos diciendo algo así como: <
En el mejor de los casos, si no hay, nada ocurrirá, pero si no has sido ministrado de liberación nunca antes, empezarán a salir cuando por fe les mandes salir. (Veremos más adelante cómo lo hacen)
LOS DEMONIOS SE MANIFIESTAN PARA SALIR CUANDO SON DESCUBIERTOS, Y SON DESCUBIERTOS CUANDO SE ACTÚA EN FE, CREYENDO QUE ESTÁN AHÍ, Y QUE VAN A SALIR, Y SE LES ORDENA SALIR.
C. Acerca de los primeros cristianos
Lo primero que hacían los ministros de Cristo de la iglesia primitiva cuando alguien se entregaba al Señor, era bautizarle (ver Hechos 2: 41). Lo segundo era empezar a liberarle de demonios.
La inmensa mayoría de los nuevos creyentes, habían sido paganos. Todos venían con demonios que había que expulsar. Para ellos, era común y rutinaria esa práctica. Ya Tertuliano nos explica en sus escritos que los cristianos de su tiempo tenían demonios, pero que iban siendo expulsados en el nombre de Jesús, a diferencia de los paganos que los tenían también, pero que si eran expulsados, volvían de nuevo. La explicación es clara: Los demonios que están en las vidas de los incrédulos tienen derecho legal para permanecer ahí; los demonios que están en las vidas de los verdaderos creyentes no lo tienen, ahora son INTRUSOS. Un intruso es alguien que permanece en un lugar de forma clandestina.
D. El ejemplo del pescado
Nos gusta identificarnos con el PEZ. Los cristianos solemos colocar un pez en la parte trasera de nuestro coche, de esa manera estamos diciendo que somos seguidores de Cristo. La palabra griega Ichtus, que en español significa pez, era cada letra de ella, las siglas que denominaban quién era Jesús, el Hijo de Dios. Pero además, esa palabra, PEZ, tiene otro significado para nosotros los creyentes. El Señor nos comparó a su vez con peces, y nos da la red espiritual para pescar otros peces. Así que espiritualmente somos peces pescados por las redes del Evangelio por el Pescador que es Cristo.
Esto nos tiene que dar que pensar. ¿Qué hace un pescador que se precie con los peces que ha pescado? Inmediatamente los abre en canal y extrae toda la inmundicia; nunca deposita esos pescados en la cámara frigorífica sin limpiarlos antes, porque si no se echan a perder. No obstante, a la inmensa mayoría de nosotros, peces espirituales, nunca nos abrieron y sacaron lo inmundo, nunca nos limpiaron, ¡nunca nos liberaron!
¡ES HORA DE QUE LO HAGAMOS, EMPEZANDO POR NOSOTROS MISMOS!
LA AUTOLIBERACIÓN DEBERÍA SER UNA PRÁCTICA HABITUAL, HASTA QUE YA NO SEA MÁS NECESARIA.
Cada uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo. Ese templo tiene que estar limpio de toda inmundicia. Tenemos un claro ejemplo de todo esto en el Antiguo Testamento. Si leemos en 2 Crónicas 29: 3-16, ahí nos habla de la limpieza que el rey Ezequías de Judá mandó efectuar en el Templo de Dios. Leemos en el versículo 16: << Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la casa de Jehová; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón>>.
Si Dios tuvo tanto interés en que se limpiase un templo hecho de manos humanas, ¡¿cuánto interés no va a tener en que se limpien los templos que Él ha creado, que somos tú y yo!?
¡PONGÁMONOS MANOS A LA OBRA!
SATANAS
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.“ Efesios 6:12
El cristiano debe saber, y nunca ignorar, que está en una constante guerra: la guerra entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. En esta guerra él es un soldado de Cristo y, como tal, debe ser entrenado para luego pelear. Una de las cosas que es sumamente importante es saber contra quién nos estamos enfrentando; ¿son los mundanos nuestros enemigos o, tal vez, las personas en contra del evangelio? ¿Quién es nuestro verdadero enemigo?
Nuestro enemigo tiene muchas caras y facetas, él es:
- Diablo. (1 pedro 5:8)
- Lucifer (Lucero, deriva de Isaías 14:12)
- Destructor (del griego Apolión, Apocalipsis 9:11)
- Belial (perverso, malvado; 2 Corintios 6:14)
- Dragón (Apocalipsis 12:7)
- Tentador (Mateo 4:3)
- Malo (Mateo 13:19)
- León rugiente (1 Pedro 5:8)
- Acusador (Apocalipsis 12:10)
- Ángel de Luz (2 Corintios 11:14)
- Beelzebú (Lucas 11:14)
- Serpiente antigua (Apocalipsis 20:2)
- Padre de mentiras (Juan 8:44)
- Opositor
- Apolión
- Abadón (ángel satánico del abismo, Apocalipsis 9:11)
- Adversario (1 Timoteo 5:14)
- Perverso.
- Ladrón (Juan 10:10)
- Homicida (Juan 8:44)
- Príncipe de los demonios (Lucas 11:15)
- Príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2)
- Príncipe de este mundo (Efesios 16:11)
- Príncipe de las tinieblas.
- Enemigo (Lucas 10:19)
- Satanás (Lucas 10:18)
La tradición nos presenta a nuestro enemigo (el diablo) con cola y cachos, esto no tiene base bíblica. Por el contrario, la Biblia nos presenta a Satanás como la criatura más hermosa que Dios haya creado.
“Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.” Ezequiel 28:12-17
Satanás era un querubín. Los querubines generalmente cumplían la función de guardar las cosas sagradas (por ejemplo: El árbol de la vida, el propiciatorio, etc.), y están estrechamente relacionados con Dios por lo que poseen una posición elevada en el cielo. Satanás era el sello de la perfección y el más hermoso de los querubines, es muy probable que, por ser protector, guardara al monte de Dios o, tal vez el trono. Por relatar la escritura que tamboriles y flautas estaban preparados para el día de su creación se le relaciona muchas veces con la música.
Lo que originó su caída fue el orgullo, o más bien, “tratar de ser algo para lo que Dios no lo había creado”. Esto nos enseña que el principio de la rebelión es tratar o querer hacer lo que Dios no nos ha mandado a hacer y ser lo que Dios no nos ha mandado a ser.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Isaías 14:12-14
Aquí está el origen de la rebelión en el cielo, cuando Satanás dice en su corazón que quiere ser semejante al Altísimo. Cuando Satanás se rebela no lo hace solo, una multitud de ángeles se le unen y son echados del cielo por esta causa. (2 Pedro 2:4, Judas 1:6, Apocalipsis 12:7).
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Apocalipsis 12:3-4
En este pasaje, al referirse a estrellas del cielo se refiere a ángeles.
Luego de ser sacados del cielo, Satanás y sus ángeles son llevados a una nueva esfera: “el cielo atmosférico”.
Uno de los títulos que la palabra le da a Satanás es “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2).
Dios creó a Adán y lo hizo Señor de la tierra (Génesis 1:26); Satanás sabía que si Adán pecaba todo el domino de la tierra pasaría a ser suyo. (Génesis 3:6, pecado del hombre; Mateo 4:8-9, dominio de Satanás).
Todos sabemos que Adán sucumbe a la tentación y, a causa de esto, el hombre murió espiritualmente, desarrollando así su naturaleza rebelde. (Romanos 7:15-25, Efesios 2:1-5, 1 Corintios 15:21-22).
Satanás se convirtió en amo de la raza humana, recibió el titulo de “dios de este mundo” (2 Corintios 4:4).
La tierra entonces se convirtió en un campo de batalla: el reino de Dios (o de los cielos) contra el reino de las tinieblas. La pelea es por las almas (1 Pedro 5:8)
El hombre natural mirado a través de los ojos de Dios es:
- Mentiroso.
- Fornicario.
- Falso.
- Traidor.
- Sin afecto natural.
- Todos sus pensamientos son de continuo al mal.
- Entre otros.
O sea, un hijo de Satanás (Juan 8:44).
Jesucristo es la única esperanza para el hombre natural (1 Corintios 1:18, Gálatas 6:14; Apocalipsis 1:5). Al recibir a Cristo, la persona nace de nuevo y pasa a ser hijo de Dios (Juan 1:12) y enemigo de Satanás.
Nuestro enemigo es:
- Ladrón.
- Despiadado.
- Cruel.
- Fiero.
- Sutil.
- Entre otros.
Él se ha propuesto destruir nuestro testimonio. De hecho, anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8).
Su misión es matar, hurtar y destruir (Juan 10:10).
Satanás tiene hordas de demonios: esclavos devotos que quieren destruir al hombre y al reino de Dios (Mateo 12:26, Marcos 1:23-24; 1:34; 5:2-16).
Estructura del poder de Satanás:
- Príncipes: tienen a su cargo territorios, ríos, provincias (Daniel 10:13).
- Potestades: terreno político donde los espíritus malignos intentan ejercer dominio o influencia en los gobernantes, reyes, presidentes, parlamento, etc. (Cuando la llama del evangelio languidece los gobiernos se vuelven corruptos).
- Espíritus malignos: su principal táctica es atacar los sentimientos y emociones de los discípulos.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Santiago 4:7
Cuando nos sometemos a Dios y resistimos al diablo (no haciendo lo que él quiere que hagamos), éste huye.
Satanás ataca al cristiano débil y desobediente, y es efectivo en su ataque porque este cristiano:
- Descuida la lectura de la palabra.
- Descuida la oración.
- Ama al mundo.
- Quita los ojos de Jesús.
- Es lujurioso.
- Es desobediente.
- Es orgulloso.
¿Cómo podemos vencer estos problemas?
- Reconociendo nuestra necesidad de Dios.
- Arrepintiéndonos: pedir perdón y apartarse.
- Logrando testimonio a través de la obediencia.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Apocalipsis 12:11
Aquí resistimos al diablo y vencemos. Vencemos por:
- La sangre del cordero.
- El testimonio de la palabra (palabra hecha vida en nosotros).
- Menospreciando la vida hasta la muerte.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Efesios 6:11. Cuando un cristiano está muerto a su yo y vivo para Dios, Satanás huye de él porque este cristiano está:
- Saturado de la palabra de Dios.
- Lleno del Espíritu Santo.
Con la palabra inundando nuestro corazón podemos ejercer dominio.
Uno de los ejemplos de cómo Satanás trabaja lo encontramos en Lucas 4:1-12 (Tentación de Jesús). Jesús, lleno del Espíritu y con todo el poder del hijo de Dios no le reprende pudiéndolo haber hecho, sino que usa el mejor armamento para defenderse: la PALABRA.
Debemos saber que Satanás no puede atacar a un cristiano sin permiso así que no nos demos el lujo de sobreestimar o subestimar a Satanás.
Cuando un cristiano recibe un ataque de Satanás:
- Si está caminando fiel con el Señor, este ataque resultará para la gloria de Dios y el bien del cristiano.
- Si no está siendo fiel a Dios se quejará, murmurará y rebelará contra Dios perdiendo así su testimonio. Y todo el mundo le echará la culpa a Dios.
El libro de Job nos muestra un ejemplo de lo que ocurre en el cielo. Satanás utiliza a la esposa de Job para que este reniegue de Dios. Unos amigos juzgan a Job sin amor sino con ánimo de crítica. Pero, al final de la prueba Dios bendice enormemente a Job.
El diablo ataca de muchas maneras, algunos ejemplos:
- Trata de matar al cristiano (impulso desesperado).
- Trata de destruir su testimonio.
- Envía persecución sutil a través de gente que amamos (amigos, familia).
- Nos desalienta.
Si el cristiano cae en pecado debe confesarlo inmediatamente a Dios. Él ya lo sabe, pero en el cielo está sucediendo algo que la mayoría de los cristianos ignoran: Satanás se presenta delante de Dios para acusarnos (1 Juan 1:9; 2:1, Apocalipsis 12:9).
El más grande triunfo de Satanás sería que nadie creyera que él existe; hoy él ha logrado meter esa creencia en las iglesias. Esto provoca que el cristiano esté ignorante frente a su verdadero enemigo y cómo atacarlo o deshacer sus obras.
Una de las formidables armas de Satanás es la religión:
- Budismo.
- Hinduismo.
- Islamismo.
- Judaísmo.
- Iglesia Satánica.
- Ciencias de la mente.
- Ciencias cristianas.
- Metafísica.
- Iglesia Católica.
- Testigos de Jehová.
- Mormones.
- Etc.
Todas ellas evaden la realidad de que CRISTO es el Dios todopoderoso que nos presenta la Biblia, que por él y para él es todo esto.
Otras de las trampas que el diablo ha logrado meter hoy en el cristianismo es hacer creer que todo es gracia (abuso de la gracia de Dios).
El enemigo de Dios y de los cristianos no es divino, es sólo un ser creado que se rebeló, y cuyo final ya está determinado por Dios: el lago de fuego: Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Apocalipsis 20:10
Satanás ya está vencido: Colosenses 2:15: "y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".
Al final el diablo será atado y lanzado al lago de fue
Administrador El cristiano debe saber, y nunca ignorar, que está en una constante guerra: la guerra entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. En esta guerra él es un soldado de Cristo y, como tal, debe ser entrenado para luego pelear. Una de las cosas que es sumamente importante es saber contra quién nos estamos enfrentando; ¿son los mundanos nuestros enemigos o, tal vez, las personas en contra del evangelio? ¿Quién es nuestro verdadero enemigo?
El cristiano debe saber, y nunca ignorar, que está en una constante guerra: la guerra entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. En esta guerra él es un soldado de Cristo y, como tal, debe ser entrenado para luego pelear. Una de las cosas que es sumamente importante es saber contra quién nos estamos enfrentando; ¿son los mundanos nuestros enemigos o, tal vez, las personas en contra del evangelio? ¿Quién es nuestro verdadero enemigo?
Nuestro enemigo tiene muchas caras y facetas, él es:
- Diablo. (1 pedro 5:8)
- Lucifer (Lucero, deriva de Isaías 14:12)
- Destructor (del griego Apolión, Apocalipsis 9:11)
- Belial (perverso, malvado; 2 Corintios 6:14)
- Dragón (Apocalipsis 12:7)
- Tentador (Mateo 4:3)
- Malo (Mateo 13:19)
- León rugiente (1 Pedro 5:8)
- Acusador (Apocalipsis 12:10)
- Ángel de Luz (2 Corintios 11:14)
- Beelzebú (Lucas 11:14)
- Serpiente antigua (Apocalipsis 20:2)
- Padre de mentiras (Juan 8:44)
- Opositor
- Apolión
- Abadón (ángel satánico del abismo, Apocalipsis 9:11)
- Adversario (1 Timoteo 5:14)
- Perverso.
- Ladrón (Juan 10:10)
- Homicida (Juan 8:44)
- Príncipe de los demonios (Lucas 11:15)
- Príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2)
- Príncipe de este mundo (Efesios 16:11)
- Príncipe de las tinieblas.
- Enemigo (Lucas 10:19)
- Satanás (Lucas 10:18)
La tradición nos presenta a nuestro enemigo (el diablo) con cola y cachos, esto no tiene base bíblica. Por el contrario, la Biblia nos presenta a Satanás como la criatura más hermosa que Dios haya creado.
“Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.” Ezequiel 28:12-17
Satanás era un querubín. Los querubines generalmente cumplían la función de guardar las cosas sagradas (por ejemplo: El árbol de la vida, el propiciatorio, etc.), y están estrechamente relacionados con Dios por lo que poseen una posición elevada en el cielo. Satanás era el sello de la perfección y el más hermoso de los querubines, es muy probable que, por ser protector, guardara al monte de Dios o, tal vez el trono. Por relatar la escritura que tamboriles y flautas estaban preparados para el día de su creación se le relaciona muchas veces con la música.
Lo que originó su caída fue el orgullo, o más bien, “tratar de ser algo para lo que Dios no lo había creado”. Esto nos enseña que el principio de la rebelión es tratar o querer hacer lo que Dios no nos ha mandado a hacer y ser lo que Dios no nos ha mandado a ser.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Isaías 14:12-14
Aquí está el origen de la rebelión en el cielo, cuando Satanás dice en su corazón que quiere ser semejante al Altísimo. Cuando Satanás se rebela no lo hace solo, una multitud de ángeles se le unen y son echados del cielo por esta causa. (2 Pedro 2:4, Judas 1:6, Apocalipsis 12:7).
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Apocalipsis 12:3-4
En este pasaje, al referirse a estrellas del cielo se refiere a ángeles.
Luego de ser sacados del cielo, Satanás y sus ángeles son llevados a una nueva esfera: “el cielo atmosférico”.
Uno de los títulos que la palabra le da a Satanás es “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2).
Dios creó a Adán y lo hizo Señor de la tierra (Génesis 1:26); Satanás sabía que si Adán pecaba todo el domino de la tierra pasaría a ser suyo. (Génesis 3:6, pecado del hombre; Mateo 4:8-9, dominio de Satanás).
Todos sabemos que Adán sucumbe a la tentación y, a causa de esto, el hombre murió espiritualmente, desarrollando así su naturaleza rebelde. (Romanos 7:15-25, Efesios 2:1-5, 1 Corintios 15:21-22).
Satanás se convirtió en amo de la raza humana, recibió el titulo de “dios de este mundo” (2 Corintios 4:4).
La tierra entonces se convirtió en un campo de batalla: el reino de Dios (o de los cielos) contra el reino de las tinieblas. La pelea es por las almas (1 Pedro 5:8)
El hombre natural mirado a través de los ojos de Dios es:
- Mentiroso.
- Fornicario.
- Falso.
- Traidor.
- Sin afecto natural.
- Todos sus pensamientos son de continuo al mal.
- Entre otros.
O sea, un hijo de Satanás (Juan 8:44).
Jesucristo es la única esperanza para el hombre natural (1 Corintios 1:18, Gálatas 6:14; Apocalipsis 1:5). Al recibir a Cristo, la persona nace de nuevo y pasa a ser hijo de Dios (Juan 1:12) y enemigo de Satanás.
Nuestro enemigo es:
- Ladrón.
- Despiadado.
- Cruel.
- Fiero.
- Sutil.
- Entre otros.
Él se ha propuesto destruir nuestro testimonio. De hecho, anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8).
Su misión es matar, hurtar y destruir (Juan 10:10).
Satanás tiene hordas de demonios: esclavos devotos que quieren destruir al hombre y al reino de Dios (Mateo 12:26, Marcos 1:23-24; 1:34; 5:2-16).
Estructura del poder de Satanás:
- Príncipes: tienen a su cargo territorios, ríos, provincias (Daniel 10:13).
- Potestades: terreno político donde los espíritus malignos intentan ejercer dominio o influencia en los gobernantes, reyes, presidentes, parlamento, etc. (Cuando la llama del evangelio languidece los gobiernos se vuelven corruptos).
- Espíritus malignos: su principal táctica es atacar los sentimientos y emociones de los discípulos.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Santiago 4:7
Cuando nos sometemos a Dios y resistimos al diablo (no haciendo lo que él quiere que hagamos), éste huye.
Satanás ataca al cristiano débil y desobediente, y es efectivo en su ataque porque este cristiano:
- Descuida la lectura de la palabra.
- Descuida la oración.
- Ama al mundo.
- Quita los ojos de Jesús.
- Es lujurioso.
- Es desobediente.
- Es orgulloso.
¿Cómo podemos vencer estos problemas?
- Reconociendo nuestra necesidad de Dios.
- Arrepintiéndonos: pedir perdón y apartarse.
- Logrando testimonio a través de la obediencia.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Apocalipsis 12:11
Aquí resistimos al diablo y vencemos. Vencemos por:
- La sangre del cordero.
- El testimonio de la palabra (palabra hecha vida en nosotros).
- Menospreciando la vida hasta la muerte.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Efesios 6:11. Cuando un cristiano está muerto a su yo y vivo para Dios, Satanás huye de él porque este cristiano está:
- Saturado de la palabra de Dios.
- Lleno del Espíritu Santo.
Con la palabra inundando nuestro corazón podemos ejercer dominio.
Uno de los ejemplos de cómo Satanás trabaja lo encontramos en Lucas 4:1-12 (Tentación de Jesús). Jesús, lleno del Espíritu y con todo el poder del hijo de Dios no le reprende pudiéndolo haber hecho, sino que usa el mejor armamento para defenderse: la PALABRA.
Debemos saber que Satanás no puede atacar a un cristiano sin permiso así que no nos demos el lujo de sobreestimar o subestimar a Satanás.
Cuando un cristiano recibe un ataque de Satanás:
- Si está caminando fiel con el Señor, este ataque resultará para la gloria de Dios y el bien del cristiano.
- Si no está siendo fiel a Dios se quejará, murmurará y rebelará contra Dios perdiendo así su testimonio. Y todo el mundo le echará la culpa a Dios.
El libro de Job nos muestra un ejemplo de lo que ocurre en el cielo. Satanás utiliza a la esposa de Job para que este reniegue de Dios. Unos amigos juzgan a Job sin amor sino con ánimo de crítica. Pero, al final de la prueba Dios bendice enormemente a Job.
El diablo ataca de muchas maneras, algunos ejemplos:
- Trata de matar al cristiano (impulso desesperado).
- Trata de destruir su testimonio.
- Envía persecución sutil a través de gente que amamos (amigos, familia).
- Nos desalienta.
Si el cristiano cae en pecado debe confesarlo inmediatamente a Dios. Él ya lo sabe, pero en el cielo está sucediendo algo que la mayoría de los cristianos ignoran: Satanás se presenta delante de Dios para acusarnos (1 Juan 1:9; 2:1, Apocalipsis 12:9).
El más grande triunfo de Satanás sería que nadie creyera que él existe; hoy él ha logrado meter esa creencia en las iglesias. Esto provoca que el cristiano esté ignorante frente a su verdadero enemigo y cómo atacarlo o deshacer sus obras.
Una de las formidables armas de Satanás es la religión:
- Budismo.
- Hinduismo.
- Islamismo.
- Judaísmo.
- Iglesia Satánica.
- Ciencias de la mente.
- Ciencias cristianas.
- Metafísica.
- Iglesia Católica.
- Testigos de Jehová.
- Mormones.
- Etc.
Todas ellas evaden la realidad de que CRISTO es el Dios todopoderoso que nos presenta la Biblia, que por él y para él es todo esto.
Otras de las trampas que el diablo ha logrado meter hoy en el cristianismo es hacer creer que todo es gracia (abuso de la gracia de Dios).
El enemigo de Dios y de los cristianos no es divino, es sólo un ser creado que se rebeló, y cuyo final ya está determinado por Dios: el lago de fuego: Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. Apocalipsis 20:10
Satanás ya está vencido: Colosenses 2:15: "y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".
Al final el diablo será atado y lanzado al lago de fue
Administrador El cristiano debe saber, y nunca ignorar, que está en una constante guerra: la guerra entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. En esta guerra él es un soldado de Cristo y, como tal, debe ser entrenado para luego pelear. Una de las cosas que es sumamente importante es saber contra quién nos estamos enfrentando; ¿son los mundanos nuestros enemigos o, tal vez, las personas en contra del evangelio? ¿Quién es nuestro verdadero enemigo?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)